Opinión

La inevitable despedida

Por: Camila Chaín / @camilachain

Hace unos días escuchaba a un señora hablar de su hijo, ese que se iba a estudiar al exterior y que quería independizarse; ese que estaba a punto de salir de su casa, ese que la abandonaba.

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No pude prestar atención a otra cosa que no fuera su relato, porque estaba describiendo el profundo dolor que sentía al saber que «su niño» ya no estaría más bajo su techo, sus normas, sus principios, su amor.

Hablaba de dejarlo volar, pero, al mismo tiempo las lágrimas caían de sus ojos en un afán por desahogar todo ese pesar que sentía… porque estamos acostumbrados a creer que las personas, más que las cosas, nos pertenecen y entonces yo tengo a mi mamá, mi sobrino, mi pareja. Y les decimos: eres mía, eres mío. Y no es así.

En teoría el amor es libertad, por eso ni esa madre puede atajar a su hijo, ni nosotros a nuestras parejas, familiares o amigos. Las personas llegan a nuestra vida con un propósito, algunas de ellas se quedan, otras se van y no necesariamente las que se van nos dejan dolor, porque de esa despedida pueden quedar grandes lecciones de vida.

Ustedes me van a decir que no es fácil, claro que no lo es, estamos llenos de miedos, de apegos, de vacíos emocionales. Y a veces tardamos mucho en cerrar el ciclo con ese que se va, pero después entendemos que todo tiene sentido y que es mejor así.

Debo admitir que después de escuchar a esa mujer reflexioné mucho sobre ser madre, porque hay que aprender a amarnos y luego amar en libertad para saber que ese ser que sale de nuestro vientre y a quien cuidamos con tanto esmero, algún día, igual que todos, se va.

¡Feliz fin de semana!

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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