Tedio

Por: Nicolás Samper/ @udsnoexisten

Eso fue el clásico del sábado. Repartición de pelotas mal entregadas y un comienzo que pintaba para otra clase de partido. Eso sí, aunque este encuentro entre Millonarios y Santa Fe terminó siendo decididamente flojo, no es el peor que haya visto entre ambos.

¿Por qué salió tan mala esta edición? Sencillo. Millonarios no podía perder este juego porque eso hubiera destapado una crisis aún más fuerte y se dedicó a no presionar y a esperar qué le proponía la mixtura de alineación santafereña planteada por Gustavo Costas. Desde antes del arranque faltaba un tipo clave para que el partido resultara emocionante: Omar Pérez. Sin él, Santa Fe es otro en el campo, mucho más mecanizado y sin tanta capacidad de inventiva. Y eso afectó el espectáculo.

Luego, uno de los nombrados a ser protagonista de los buenos –más allá de un bajón que ha tenido con respecto al inicio del campeonato–, se lesionó. Salió Insúa y entonces otro ladrillo de los que edifica la magia en el campo terminaba cayéndose. Ahí la cosa pintaba medio desesperanzadora. Llegó Candelo, pero su nivel es de cuatro puntos para abajo en esta actualidad azul, plagada de nubarrones y con pocos rayos de sol.

Por el lado de Millonarios hubo dos hombres que quisieron salirse del molde. Uno fue Javier Reina, siempre encarador y veloz, pero absolutamente solo a la hora de encontrar un socio en la cancha que lo comprenda y que le colabore. El otro, para mi sorpresa, fue Déiver Machado: si bien su rendimiento ha sido cuestionado, la noche del sábado no lo hizo mal: provocó un par de tarjetas amarillas, lanzó un par de centros con buen destino y fue peligroso cuando se animó a atacar en el primer tiempo. En el segundo la responsabilidad de ataque por las bandas fue de Ochoa, que está lejísimos del lateral picante que supo ser en el 2012.

En Santa Fe Armando Vargas no se dejó ver nunca, a pesar de su comprobado talento. De pronto Arias –que siempre es peligroso por sus desbordes y sus disparos de larga distancia– y Torres. Pero hasta ahí. Y cada uno empezó a cuidar su propio tejado pensando en lo que viene: Millonarios, imaginando que un empate en casa podría ser buen negocio en este momento aciago, renunció a atacar. Santa Fe, imaginando que se le viene un reto duro a mitad de semana cuando deba enfrentar en Libertadores al Mineiro, pensó que lo mejor iba a ser dosificar sus propias fuerzas para que sus talentos estuvieran concentrados en el duelo del miércoles.

Invité  al clásico al periodista argentino Ezequiel Fernández Moores. Me contó que no iba al Campín desde 1985, desde aquel juego para las eliminatorias del Mundial de México 86 en el que Argentina le dio un tremendo sopapo a Colombia venciéndolo 3-1 con goles de Pasculli (2) y Burruchaga. Nos fuimos decepcionados del estadio y mientras Ezequiel ponderaba a Machado, a nuestro lado pasaba Enrique Camacho, caminando raudo hacia el parqueadero en medio de una catarata de insultos.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

Tags

Lo Último


Te recomendamos