Opinión

No se deje engañar

Por: Camila Chaín. @camilachain/ Directora de Contenidos del Sistema W Radio Colombia y Mujeres W

Yo no sabía que Soatá era un municipio de Boyacá, hasta que, por obra del azar, me encontré por segunda vez en la calle con un señor que preguntaba cómo llegar hasta allí caminando.

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Lean bien esto, porque es una advertencia sobre las personas estafadoras y timadoras que usan las emociones y la tragedia para quitarnos dinero. Hace varios años ya, se me acercó un hombre vestido como un campesino, hablando con temor y desconfianza sobre algo que acababa de ocurrirle.

Su voz era la de una persona asustada y tenía un acento boyacense muy marcado. Me miró a los ojos y me dijo:

“Sumercé linda, mire que eso de la ciudad es terrible y yo ya no vuelvo por acá. Es que le he preguntado a mucha gente dónde queda la vía para ir a Soatá y me mandan para todos lados y llevo horas caminando y no llego. Eso no pasa en el campo, allá todos nos ayudamos y es que yo salí del pueblo, porque mi mamá me mandó a vender unas ovejas. Yo llegué en la flota al terminal, me dieron la plata y cuando iba a volver la Policía me paró y me dijo que esos billetes eran falsos, me quitaron la platica, los dos millones que tenía y no me dejaron montar más al bus, sumercé. Entonces yo quiero que me diga por dónde me tengo que ir para llegar a Soatá”.

Le pregunté dónde era ese municipio y me dijo que en Boyacá, así que le dije que tenía que ir hasta la Caracas, subir a TransMilenio, bajarse en la última parada sobre la Autopista Norte y ahí coger la flota.

Como le habían robado todo, me dijo que se iría a pie, que si eso estaba muy lejos y yo le dije que era imposible que llegara caminando, que yo le daba para el transporte. Se fue muy agradecido conmigo y yo me sentí una mejor persona después de ayudarlo.

Pero no se imaginan lo que me ocurrió hace un par de días, cuando bajé a la tienda a comprar algo de tomar. Mientras hablaba con la chica de la caja, apareció un señor muy desorientado pidiendo ayuda, las dos escuchamos la historia atentas hasta que de repente dijo la palabra mágica, “Soatá”, y supe que era el mismo tipo, por lo que esperé a que preguntara cómo llegar hasta allá a pie para decirle que tenía que caminar muchas cuadras por toda la Autopista Norte, me dijo: “Cuántas” y yo le dije: “MILES”.

Estábamos solas, por eso no alcancé a avisar a las autoridades. Se fue caminando y mientras se perdía en el horizonte le conté a la joven de la tienda que eso era una vil mentira y que lleva años haciendo lo mismo. Por eso acudo a este valioso espacio para pedirles que tengan cuidado con estas personas que se dedican a engañar a la gente de buen corazón.

Feliz fin de semana.

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