Soy una defensora de que la gente experimente con su pelo y creo que a través de éste la gente puede reafirmar su estilo personal y expresarse como individuo. Pero creo que esas libertades capilares deben tener un límite. No por defender la creatividad puedo ignorar los esperpentos que verán a continuación.
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Los peinados de los jugadores de fútbol en los ochenta se pueden justificar diciendo “era la época, todo el mundo tenía el pelo inmundo”, pero ahora no hay excusas. Los peinados de Abel Xavier no tienen nada que ver con la moda de nuestra época sino con el hecho de que, como tienen más exposición mediática que nunca, los jugadores de fútbol están intentando llamar la atención no sólo con sus habilidades en la cancha.
Y en últimas, lo más preocupante de todo es que, como personajes mediáticos que son, influyen en las decisiones de otras personas, especialmente en las decisiones estéticas de los adolescentes. Así que si ven a un niño con trenzas teñidas de verde, échenle la culpa a Taribo West.
El truco clásico
Para empezar tenemos a Bobby Charlton, quien lucía el que es probablemente el más antiguo de los peinados viejos: la calva tapada con pelo.
Ese truco de pasarse las delgadas y agonizantes hebras de pelo por encima del sector que ya sucumbió ante la calvicie es sencillamente poco efectivo. Lo único que logran haciendo esto es atraer más la atención hacia el problema que están intentando ocultar. La solución en estos casos es sencilla: raparse.
La cola de caballo
Confieso que mi odio hacia las colas de caballo en los hombres es algo personal. No puedo ser objetiva porque prefiero a los hombres con pelo corto. Por eso, cada vez que veo a un tipo con el pelo largo y cogido me dan ganas de prendérselo en fuego.
La cresta
El nombre técnico de este peinado es faux hawk y Beckham fue quien lo popularizó. Como era una adolescente en 2002, me emocioné cuando vi al inglés con ese peinado “novedoso”.
El problema es que ahora, diez años después, personas como James Rodríguez y Cristiano Ronaldo lo sigan usando. Después de diez años de adolescentes que llenan sus cráneos de gel intentando copiarlos, es hora de dejar ir a este peinado.
Rayitos e iluminaciones
No creo que tenga que explicar mucho por qué esto está mal. Muy mal. Bajo ninguna circunstancia, repito: ninguna, un hombre debería teñir su pelo. Esta fue otra moda que popularizó Beckham y el daño que ha hecho es incalculable.
Las trenzas
Esta es una moda que precede a Beckham pero que, desafortunadamente, lo contagió en un momento. Experimentar con las trenzas y que ellas dibujen figuras en el cráneo es una práctica particular de ciertas culturas, pero en la mayoría de casos es una mala idea. La solución para un pelo incontrolable sería, una vez más, raparse.
Los crespos largos
Asumo que si estos personajes decidieron dejarse crecer el pelo es porque alguien, cometiendo un grave error, les dijo “sus crespos son divinos”.
Esos crespos largos, por más que los cuiden y les echen cuanta crema de Sedal se les pase por delante, le restan seriedad y profesionalismo a cualquier hombre. Podré estar sonando repetitiva pero, otra vez, la solución acá es raparse.
Los peores
Estos son los peores de los peores porque reúnen, en una sola cabeza, dos o más de los peinados que ya vimos. Taribo West, Cisse y Abel Xavier combinaron trenzas, crestas, agua oxigenada y tintes con resultados desastrosos.
Ronaldo parece que hubiera intentado seguir mi consejo (“rápese”) pero se le acabaron las pilas a la máquina cuando no había acabado. Y, finalmente, el peor de los peores: Roberto Baggio, quien parece que le hubiera dicho a su peluquero “hágame de todo”: combinó cola de caballo, una permanente, rapado a los lados y capul.
Juliana Abaúnza @JulianaAbaunza