Bobitas no

Por Katherine Ríos, @rioskat

Con frecuencia oímos frases como “yo no soy feminista porque a mí los hombres sí me miran” o “las feministas son unas viejas feas, marimachas y amargadas”.

Supongo que parte de esas frases se dicen porque es fácil hacer chistes sobre estereotipos o porque ya no enseñan historia en los colegios y a nadie le importa saber qué pasó antes de Uribe. Aunque puede que estén convencidas –y digo convencidas porque la mayoría de estas cosas las dicen mujeres–, de que la relativa igualdad de género que hoy tenemos siempre estuvo ahí.

Como me pica la duda, decidí resumir las cosas que toca saber, antes de hacer chistes pendejos, sobre los logros de las feministas en Colombia:

1.    El adulterio era privilegio masculino. Los romances extramatrimoniales de la mujer eran causal de separación, pero los del hombre no: la mujer sólo podía pedirla si el hombre se «amancebaba» con otra. Sólo desde 1976 es posible divorciarse y volverse a casar. 

2. Hasta 1936 los hijos “naturales” tenían pocos derechos: no podían entrar a muchos colegios ni heredar en igualdad con los demás hijos. En general, las mujeres que tenían hijos sin estar casadas no tenían manera de reclamar el apoyo de los padres: esto comenzó apenas en 1968, con la ley de «paternidad responsable». 

3. No, no siempre las mujeres han administrado sus propiedades. Resulta que hasta 1933 era el marido quien decidía si una mujer podía o no negociar sus bienes, y ella no podía firmar papeles comerciales o de crédito sin su permiso. Ese mismo año, también, se le permitió declarar en los procesos judiciales. Y apenas en 1970 se le permitió escoger si, al casarse, quería conservar su apellido de soltera o adoptar el de su marido.

4.    Hasta 1945 las mujeres no eran ciudadanas de Colombia y sólo en 1958 pudieron votar. ¡Hace apenas 54 años! Es decir que muchas de nuestras abuelas sólo pudieron votar en su vejez.

5.    No, las mujeres no fueron siempre a la universidad. Estudiaban para maestras o mecanógrafas y se preparaban en escuelas de comercio para trabajar como vendedoras en almacenes, pues antes de 1933 no podían ser bachilleres. Aunque algunas jóvenes heroicas entraron a medicina o derecho, durante años las carreras para mujeres fueron bacteriología y enfermería (para ayudar a los médicos), o economía doméstica y arte y decorado (para tener la casa impecable). El ingreso a la universidad comenzó en la práctica hace unos 60 años. 

6.    Las pastillas anticonceptivas no han estado siempre en las mesitas de noche. No, para que pudieran llegar ahí muchos grupos lucharon para que se permitiera su difusión y su venta libre. El destino femenino era reproducirse como conejos. ¿Cuántos hijos tuvieron sus bisabuelas y abuelas? Por las luchas feministas las mujeres podamos decidir si vamos a tener hijos o no y escoger el sexo por placer y no sólo para la «reproducción de la especie».

7.    Hasta 2006, si una mujer quedaba embarazada por una violación, si su vida quedaba en peligro o se presentaban malformaciones en el feto, y abortaba, podía ir a la cárcel. Hoy es posible, pero con grandes dificultades, hacer un aborto legal en esos casos. Pero esta pelea aún está viva, para que se acaben los abortos clandestinos que matan cada año a muchas mujeres. Cada rato aparecen fanáticos que quieren volver a mandar a la cárcel a las mujeres que aborten en cualquier circunstancia, y a quienes les ayuden.

8.    En general, los hombres que maltratan a las mujeres creen que están en su legítimo derecho. Al fin y al cabo, la ley, antes de 1976, decía que el matrimonio podría disolverse por tratos crueles, «si con ellos peligra la vida de los cónyuges»: el maltrato «moderado» se toleraba.   Cada vez esto se acepta menos por la sociedad y poco a poco las mujeres han comenzado a denunciarlo.

9. Apenas desde 1946 las mujeres que no estaban casadas legalmente (las «concubinas», como decía entonces la ley) pudieron reclamar algunos de los derechos sociales que daba la ley a la familia. La protección al trabajo femenino apenas comenzó en 1950.

10.    Sí, los grupos feministas pueden ser beligerantes y cansones, usan un insoportable lenguaje de género y a veces presentan todas las relaciones entre hombres y mujeres como relaciones de opresores y víctimas. Pero si las mujeres le hubieran hecho caso a los que decían que luchar por sus derechos era cosa de piernipeludas, nuestra vida sería muy distinta y más difícil. Hoy las mujeres van a la universidad, tienen los mismos derechos legales que los hombres, pueden decidir, tanto (o casi tanto) como los hombres, qué hacer con sus vidas. Debemos reconocer el trabajo de quienes han hecho posibles estos avances. 

 

Katherine Ríos, @rioskat

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