Los reyes magos

Adriana Jaramillo le cuenta a los lectores de Publimetro como vive España esta fiesta de reyes. @seligmannad

Hay dos tipos de brindis: los que celebran algo bueno que sucedió y los que desean que algo bueno suceda. Este nuevo año en España sólo hemos brindado de la segunda manera porque desgraciadamente las razones para celebrar no se han dejado ver. La madre patria cierra el año disputándose la cola de Europa, con la tasa de desempleo más alta de la historia, la bolsa es una montaña rusa, bajas alarmantes en los índices de producción industrial y de ingresos del Estado, que la dejan al borde de un precipicio económico casi como la mediterránea vecina Grecia, el dolor de cabeza de la UE.

En esta fiesta de año nuevo, hartos de andar con el cinturón amarrado, deprimidos y escatimando en gastos, hemos abierto la mejor cava y sacado la vajilla buena para emborracharnos engalanados de esperanza, con el deseo de que lleguen pronto los nuevos aires del recién estrenado Gobierno. Nos hemos incluso llenado la boca de uvas, una por cada nuevo ministro, deseando que haya cambios a mejor y que ninguno se nos atragante.
 
La verdad es que este 2011 ha dejado muchas caras largas y muchos corazones entumecidos. Incluso dicen que este año a Madrid no van a venir los reyes magos como siempre lo han hecho con sus habituales regalos y roscones. Habrá sólo una cabalgata de indignados con un pesebre hecho con los ladrillos de un desahucio y marcharán al son de villancicos reivindicativos con el lema “habremos perdido la inocencia, pero no la imaginación”. Uff… Que pasen rápido estas fiestas sin descanso que encima han caído casi todas en domingo.
 
Pero cómo seguir creyendo en reyes, si el que tenemos aquí de carne y hueso, su Majestad Don Juan Carlos, ha tenido que pasar el peor bochorno de su vida cuando se supo que su ejemplar yerno, el excampeón de balonmano Iñaki Undangarin, Duque de Palma, estaba practicando ahora el deporte de ‘talón mano’, entendiendo como talón chequera, desde su fundación sin ánimo de lucro. Hasta la fecha el yernísimo está imputado por el fiscal anticorrupción de Baleares y llamado a declarar el próximo 6 de febrero.
 
El pobre Rey, como si hubiera tenido una premonición de la desgracia que le acechaba, unos días antes de que esta noticia viera la luz, él, que no la encendió, se dio con el marco de una puerta y anduvo con un ojo morado que ocultó con gafas de sol por varios días. Así pudo también ocultar su vergüenza. Eso sí recibió pública aclamación, cuando dijo respecto a su yerno: “La justicia es igual para todos”.
 
Tener unos reyes tiene su encanto, no se trata de ser monárquico o no serlo. Uno desde luego viene de una república suramericana y estas cosas de la monarquía no pueden más que despertar cierta curiosidad telenovelera. Pero cuando salen a la luz cifras como que el Don Juan Carlos recibe un salario mensual de 13 mil euros y su hijo Felipe uno de siete mil, ahí sí uno se pregunta, ¿por qué estas cifras fueron reveladas sólo hasta el pasado 28 de diciembre, día de los santos inocentes?, y ¿por qué no nos cuentan más en detalle sobre los gastos de las demás partidas que gastan sus Majestades? Qué casualidad que esta “transparencia” coincida justo con la noticia de que el duque de Palma, Iñaki Undangarín, esposo de la infanta Cristina (la guapa), está siendo investigado por presuntos delitos de prevaricato, malversación de caudales públicos y fraude a la administración. Aunque uno no sea monárquico, son mis impuestos los que también pagan la corona. Hay quienes objetarán que presidentes de algunas repúblicas cobran más… Sí, seguro. Pero el punto es que nos ha quedado la sensación de verdades a medias y de que estamos todos, incluso los inmigrantes, financiando a unos reyes que son magos, pero para ocultarnos información.
 
Yo, al contrario de los indignados, he decidido que prefiero no perder la inocencia y le hice una cartica a los reyes magos de oriente con mi propio deseo: les pedí que si está programado que el mundo se acabe en el 2012, que sea por favor a finales del año porque antes me voy a casar. Alcemos entonces juntos las copas y pidamos mucha salud, mucho amor, mucha fuerza y un puñado de buenos deseos para todos, que serán indispensables para enfrentar este futuro incierto que nos aguarda. 

Adriana Jaramillo es periodista y escritora. Reside en Madrid, España, desde hace 13 años.

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