La casa se respeta

Carolina Jaramillo @carojaselig

Los hinchas de Junior deben tener los nervios y el corazón en perfectas condiciones después de lo que han vivido con su equipo en la última semana. Y es que el equipo de Barranquilla ha logrado en partidos agónicos, y que se han jugado al límite, muy buenos resultados que lo tienen muy cerca de conseguir su séptima estrella.

 

Antes del inicio del primer partido de la final entre el conjunto de la capital del Atlántico y el Once Caldas los jugadores ‘tiburones’ se abrazaron y rezaron, en su casa y ante más de cuarenta mil espectadores estaban obligados a ganar, y ganar bien. Los del Once Caldas, visitantes expertos en aguarles la fiesta,   trasladaron la presión y comenzaron muy seguros. El debutante en finales, Pompilio Páez planteó un muy buen partido, y en los minutos iniciales dominó y sorprendió.

 

El blanco blanco tocó, ocupó los espacios, llenó la cancha, intentó tener la posesión del balón, cerró, ahogó a su rival y pegó primero. Fue en el minuto 16 cuando el árbitro pitó cobro de tiro libre a favor de los manizalitas, y fue Jorge Nuñez, el paraguayo, quien acomodó la pelota y disparó por el costado derecho de la barrera para dejar parado, hipnotizado, al portero y anotar así sorpresivamente el primer gol del Once Caldas. Silencio en las tribunas.

 

Luego de la anotación, los de Barranquilla pelearon, lucharon, con pelota quieta, con tiros de esquina, con disparos desde fuera del área, con entradas por velocidad y desbordes en el área, pero nada, el cerco blanco estaba bien aplicado. Fue una primera media hora de partido para el olvido de los jugadores dirigidos por el ‘Cheché’ Hernández, que estuvieron perdidos, erráticos, imprecisos. Y cuando consiguieron llegar con claridad se toparon con el portero ‘Neco’ Martínez, que salvó su arco en varias ocasiones.

 

Y de tanto intentarlo los huecos en la contención se fueron abriendo, y fue entonces como se gestó el segundo gol. Minuto 39, nuevamente Jorge Nuñez, el exjugador de Cerro Porteño, quien desbordó en carrera desde la mitad de la cancha, encontró mal parado al Junior, se llevó en velocidad a los defensas y definió muy bien, para batir al arquero. Doble silencio en las tribunas, profundo.

 

Pero no es casualidad que el Junior sea el mejor local del fútbol colombiano, en territorio tiburón las cosas son a otro precio, y ya lo habían demostrado en la victoria 3-0 contra Millonarios en las semifinales. Minuto 44, se acababa el primer tiempo y el Metropolitano se lamentaba, hasta que llegó una jugada peligrosa de gol, la pelota fue detenida por el brazo de Casierra en el área y penalty a favor de los de casa. Antes había habido dos discutidas jugadas de penal que no fueron pitadas por el árbitro Ímer Machado. Al cobro, Carlos Bacca, el goleador barranquillero,   gol del Junior para acortar la distancia.

 

Dicen muchos que el 2-1 al descanso es el resultado más peligroso en el fútbol, no es lo suficientemente amplia la ventaja para el que va ganando y es un marcador que parece fácilmente remontable para los que están siendo derrotados. Y en este caso no fue la excepción. Sólo ocho minutos de iniciadas las acciones y llegó el empate en una extraordinaria jugada. Pase profundo y elevado para que Bacca bajara la pelota, controlara en el área, enganchara para quitarse de encima el achique del arquero y se la pusiera como con la mano a Vladimir Hernández para que este empujara al fondo de la red. Alegría y esperanza en la tribuna.

Y minutos después, sucedió lo increíble, lo que todos los ‘tiburones’ soñaban, cruce en el área y nuevamente penalty a favor del Junior. Minuto 56, Carlos Bacca, gran protagonista de la jornada, disparó fuerte arriba, inatajable para explotar la euforia, el monstruo de cuarenta mil cabeza que se dio cita en el estadio. El máximo goleador del fútbol colombiano se arrodilló en el suelo y levantó los brazos al cielo… qué manera de sufrir y qué manera de ganar la del Junior. Euforía y carnaval en la tribuna.

 

De ahí en adelante fue otro partido, un encuentro en el que el Junior sorprendió, llegó e intentó por todos los lados ampliar la ventaja. Buscó y buscó un resultado que les permitiera ir el próximo miércoles a Manizales sin tanta presión, pero la pelota no quiso entrar, rebotó, amagó, vino y se fue y siempre se quedó fuera de la red. El Once Caldas, con un hombre menos, consiguió mantener la diferencia mínima y tiene sus esperanzas intactas para remontar en el Palogrande. Ayer en la costa Atlántica colombiana más de uno sufrió del corazón, ayer a miles se les subió la presión, ayer la temperatura ambiental superó lo que marca el termómetro, ayer, con la palabra sufrimiento grabada en la frente, los de Barranquilla volvieron a gritar: “¡aquí la casa se respeta!”.

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