Este martes, la alcaldesa Claudia López levantó la alerta roja en Bogotá y dio vía libre al regreso a clases presenciales. Los colegios, jardines infantiles y universidades de Bogotá podrán iniciar el proceso de presencialidad mediante alternancia, cumpliendo con los protocolos de bioseguridad. Pero las perspectivas son complejas, en especial, por la oposición desde los grupos docentes.
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La crítica más estridente ha sido de la Asociación Distrital de Educadores. La organización exigió a la ciudad que se vacune a toda la población docente antes de que se autoricen las clases presenciales. Ahora, con el inicio de la presencialidad, llamó a sus afiliados y a los docentes de colegios públicos a un paro en protesta al regreso a clases presenciales.
Según la ADE, los 123 colegios públicos estatales que iniciarían el programa de alternancia el 15 de febrero están «supuestamente habilitados». «A estos colegios solo han llegado algunos elementos, lo que no quiere decir que estén listos para la presencialidad», insiste la agremiación. Para esto, llamó a la realización de «asambleas», una medida que indicaría un paro, contra la presencialidad.
Otros obstáculos son la reticencia de los padres a enviar a sus hijos al colegio. Según la propia alcaldesa, «el 80% de los padres» prefieren no enviar a sus hijos a clases presenciales. Aún así, distintos segmentos educativos han aumentado los llamados para permitir el regreso a clases presenciales, en especial en instituciones privadas.