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Vestirse en medio del estallido social: así ha sido la moda en las protestas de Chile

Una de las naciones que tiene cimentada su cultura de protesta ciudadana, también, en medio de ellas, ofrece relatos de identidad y moda que muestran la historia política del país.

Chile acaba de condenar la constitución del dictador Augusto Pinochet, hecho histórico no exento de manifestaciones colectivas y ciudadanas en el espacio público. Vestirse en medio del estallido social: así ha sido la moda en las protestas de Chile

Estas se hicieron aún más evidentes con el estallido social ocurrido a finales del año pasado, donde miles de ciudadanos salieron a las calles a protestar contra un sistema económico desigual y opresivo y muchos de ellos fueron objetos de flagrantes violaciones contra los derechos humanos, como las lesiones oculares, que fueron noticia mundial. 

Vestirse en medio del estallido social: así ha sido la moda en las protestas de Chile

En este contexto, el país austral, sin embargo, se erigió, como Hong Kong y Estados Unidos en 2017, en aquellos pocos lugares donde los movimientos ciudadanos y sus manifestaciones crearon relatos de moda e identidad a través de las capuchas, la protección y el simbolismo.

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 Esto fue lo que estudió la diseñadora y académica de moda chilena Pía Montalva, que en el marco del congreso académico Ixel Moda 2020 mostró en su ponencia “Políticas del cuerpo durante el estallido social, Chile 2018”. 

Metro habló con Montalva cómo la moda y política surgieron en medio de estas protestas ciudadanas.

P: Usted ha estudiado la relación de moda, cuerpo e identidad a través de la historia política de su país desde la época de la dictadura. ¿Qué herencias de esta época en adelante se toman en el contexto de las protestas? 

–Lo relevante es cómo se resignifican las vendas y las capuchas. Porque ambas están asociadas a la violencia estatal, a la represión política durante la dictadura, a los interrogatorios y sesiones de tortura. Esa es la connotación que tienen ambas y acá tienen un significado contestatario.

El encapuchado se protege, es el que permanece en el espacio de la protesta, en el espacio donde confluye la gente. La capucha protege la identidad y es un elemento que permite seguir combatiendo. Por otro lado, la venda tiene esta connotación de denuncia respecto a los abusos cometidos de hombres hacia mujeres, como lo propone el colectivo Las Tesis.

Pero también en ese performance hay una ampliación del abuso desde lo individual hacia la responsabilidad estatal que hay en el mismo y que señala al Estado como un ente patriarcal y abusador. 

 

P: En ese sentido, vimos las capuchas y sus ornamentos, los cuerpos desnudos de las mujeres, como reivindicaciones de género. ¿Qué implica esto en un contexto como el chileno? 

–Implicó menos auto represión de cómo verse en el espacio público y más bien cómo querer representarse desde lo más identitario y propio. Y en el caso de las mujeres tiene que ver también con la idea, bastante ambigua, de poder liberar el cuerpo.

Siguiendo de nuevo este eslogan de Las Tesis “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía”, es ver cómo se anula el código restrictivo que de alguna manera normaliza la correcta presentación de la mujer en el espacio público. Que no debe mostrar mucho, que no debe de andar con grandes escotes, o con ropa muy ajustada, o con piernas muy desnudas.

Esto se pudo ver al confluir personas de varios barrios de Santiago. También, los migrantes han aportado mucho a Chile con su relación, distinta a la nuestra, con el cuerpo. La sensualidad es mucho menos auto reprimida que en nuestra cultura.

Ya por la moda vemos a menos mujeres ajustadas a los cánones de antes, mujeres con sobrepeso en shorts, con camisetas ajustadas. Así que en este espacio de las protestas hay menos represión corporal: el cuerpo cobró un protagonismo inusitado, porque justamente como es un movimiento auto gestado, no está normado por ningún liderazgo de élite.

“En general, el estilo del chileno es tremendamente oscuro y homogéneo. Esta explosión de color, de elementos reciclados y de capuchas es espontáneo. Hubo pequeños grupos que se organizaban para hacer capuchas, pero de una manera bastante libre”

P: ¿Qué hace que Chile tenga una cultura de cuerpo y moda tan particular en Latinoamérica? 

–Tengo la impresión de que en este contexto se junta la protesta con una dimensión festiva y carnavalesca. Es una herencia de las campañas de fines de los años 80, la campaña del plebiscito que terminó por derrocar a la dictadura en sus propios términos.

En esa campaña que organizó la oposición se integró la cultura como parte del relato. Cantos, bailes, actores, o siempre algo festivo, como de celebración, como de mostrar un poco de esta posibilidad de ampliar el país y de alguna manera, invitando a reconstruir la cultura desde otro lado, ya que cuando estábamos en dictadura se hablaba de la cultura de la muerte, se hablaba de cambiar esa cultura.

Por otro lado, nosotros no tenemos carnavales. No tenemos ninguno. Hacemos fiestas religiosas en el norte. Entonces, en este contexto, la moda en la protesta es un juego, hay una celebración de estar juntos, protestando y hay de todo: hay un mercado organizado donde encuentras todo lo que quieras para disfrazarte in situ.

Y en otro ángulo, está el carnaval, tiene que ver con enmascararse, cambiar identidades, jugar identidades y así, se juntan esos elementos.

P: Una de las cosas que usted evidenció en su ponencia fue la relación del cuerpo y el vestido en las protestas con el capitalismo. ¿Cuáles fueron algunos de sus principales mecanismos de expresión? 

–El elemento más determinante en este espacio, donde confluyen una cantidad importante de micro culturas urbanas que por primera vez se juntan en un espacio público y se pueden visibilizar al mismo tiempo, es el mercado. Estas identidades particulares y diversas se entienden de manera relevante con la disponibilidad de productos en un mercado muy amplio, fragmentado y diverso, donde encuentras todos los elementos disponibles para vestirte, disfrazarte e intervenir tu cuerpo.

Y ahí hubo desde copias de marcas de lujo y falsificaciones de piezas deportivas, hasta piezas originales compradas en los malls, así como disfraces que pueden ser incluso importados a través de las ventas por Internet.

Todo eso es facilitado por un modelo económico que se cuestiona en el país, pero también en un mercado donde encuentras prácticamente todo para construir esta apariencia, que es claramente individual y es lo distinto en este contexto.

P: ¿Llegaron a estar esos relatos de moda en pasarela, tal y como ocurrió con los “pussy hats” en Estados Unidos? 

–Aquí todavía no ha llegado nada a la pasarela, porque justo coincide el proceso de octubre hasta fines de enero y febrero, cuando baja la confluencia de gente por el calor y en marzo viene la pandemia. No alcanzó a reactivarse, y recién se han ido liberando porque el plebiscito fue el domingo (25 de octubre).

Por otro lado, los diseñadores independientes en Chile, quienes podrían tomar estas referencias para la pasarela están sobreviviendo a la pandemia y sin posibilidades de innovar, porque no hay industria textil y dependen mucho de lo que se importa o lo que consiguen otros proveedores y esa circulación con el exterior ha estado lenta y detenida.

Además, estamos lejos de todo. Eso no lo hemos visto todavía. Lo único que hemos visto es la fabricación de tapabocas. Eso ha sido más relevante que las referencias del estallido y el street style.

 “Estos relatos parten de una formación heterogénea, para mostrar a los individuos tal y como eran. Un espacio de encuentro donde todos protestaban por la desigualdad y por ello innovaron de una manera que no se ve normalmente”

P: ¿Qué se ha narrado en los medios de su país alrededor del tema? 

–Los medios no han tratado este tema. Lo que ha estado presente de los cuerpos es nuestra historia por las lesiones y la violencia policial, las lesiones oculares.

P: ¿Cómo es que un símbolo de protesta como los Chalecos Amarillos en Francia pase a ser un símbolo cuasi paramilitar que defiende a la élite, al estado y a la derecha en Chile? 

–Simbolizan que están de parte de la élite económica, de las clases altas de la ciudad y del Estado, en alguna medida. Hay una alianza implícita con las fuerzas policiales: ellos no tratan a los chalecos amarillos de la misma forma. Así, ellos se visibilizan y lo usan justamente para no ser confundidos con otras personas.

Por otro lado, ahí hay más tolerancia hacia la violencia que ellos puedan ejercer y son los que se opusieron al plebiscito. Por supuesto, están en los barrios de clase alta de Santiago y tienen una historia: estos grupos, en el país, en el periodo de la dictadura, fueron los que denunciaron a los opositores de Pinochet.

 

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