Son todavía excepcionales, pero las reinfecciones por SARS-CoV-2 preocupan a los científicos porque de momento desatan más dudas que certezas, porque podrían estar siendo subestimados por la sobrecarga de los servicios sanitarios y porque podrían pasar inadvertidos si son mayoritariamente asintomáticos.
PUBLICIDAD
Una primera generación de vacunas podría retrasar un posible repunte de las reinfecciones -que todavía son, por su número, anecdóticas-, pero las incertidumbres son las mismas en el caso de la inmunidad natural que en el de la vacuna: ¿durará en el tiempo esa inmunidad o habrá que recurrir periódicamente a la revacunación?.
Un equipo de investigadores del Instituto de Salud Global de la Fundación La Caixa ha analizado las evidencias que de momento se conocen sobre la respuesta inmunitaria frente a este coronavirus y los numerosos interrogantes que existen sobre la frecuencia de las reinfecciones, la gravedad de los casos y cómo pueden contribuir a la transmisión; su conclusión es categórica: las reinfecciones no son por ahora motivo de alarma.
Y sugieren que si las reinfecciones continúan siendo marginales y siguen sin tener un efecto muy negativo sobre la salud, la estrategia podría ser la de no incluir a quienes hayan pasado la enfermedad de forma natural en los planes de vacunación masiva y dar prioridad a los colectivos que todavía no han desarrollado ninguna inmunidad.
La inmunóloga Adelaida Sarukhan ha señalado que, de momento, las reinfecciones «son posibles pero poco frecuentes» y ha subrayado la importancia de comprobar si se trata de verdad de reinfecciones y no de una reactivación del primer virus.
En declaraciones a EFE, la doctora Sarukhan ha observado que los casos documentados son muy pocos y, de momento, no se puede concluir si la reinfección se debió a una inmunidad de poca duración o a que las personas no generaron una inmunidad suficiente tras la primera infección.
Y ha insistido en una cosa: «independientemente de que pueda haber reinfecciones, el virus ha llegado para quedarse», por lo que la recurrencia del SARS-CoV-2 dependerá en gran medida de la duración de la inmunidad (natural o por vacunas) y de si resulta ser un virus estacional o no.
PUBLICIDAD
«Por el momento todo indica que el virus muta poco, así que con un poco de suerte no se dará la situación como la de la gripe, contra la cual nos tenemos que vacunar cada año porque el virus ha mutado; pero sí es probable que, como con otras muchas vacunas, necesitemos refuerzos cada equis años».
Los científicos mantienen que «lo más prudente» sería que todas las personas se vacunen, aunque hayan pasado la enfermedad. Pero también mantienen que al principio, cuando la disponibilidad de dosis sea todavía limitada y la demanda muy superior a la oferta, se dé prioridad a los colectivos más vulnerables y a las personas que aún no han pasado la Covid-19.
El informe elaborado por los científicos del ISGlobal constata que los casos de reinfección identificados son una excepción en el mundo, pero también que la ausencia de datos y las limitaciones de los sistemas de seguimiento podrían estar escondiendo episodios similares.
Las evidencias científicas apuntan que las reinfecciones son esperables, que en su mayoría tendrán consecuencias leves y limitadas y que no hay que descartar casos graves asociados a factores de riesgo individuales.
Pero todavía no han despejado si la inmunidad frente a este coronavirus se parece más a los coronavirus del resfriado (una duración limitada, de entre 6 y 12 meses) o a la de otros coronavirus, como el SARS o el MERS (de varios años).
La manera de abordar todos los interrogantes que abren las reinfecciones es, mantienen en su informe, mediante un seguimiento activo de los casos a largo plazo para conocer la magnitud y la duración de las respuestas inmunes, y sugieren para ello establecer cohortes de personas que lo han pasado y de personas que se han vacunado y crear estándares y protocolos internacionales para definir las reinfecciones.
Mientras no se disponga de toda la información, y sobre todo mientras siga habiendo un riesgo alto de infección, los científicos mantienen que todas las personas, incluidas las que han pasado la enfermedad, deben cumplir las mismas medidas de prevención que el resto (mascarilla, higiene y distancia).
El estudio corrobora que el hecho de que se produzcan reinfecciones no significa que las vacunas no son efectivas, sino que pueden ser necesarias dosis de refuerzo al cabo de un tiempo, y han observado que así sucede en el caso de muchas otras vacunas y que, de hecho, la de la fiebre amarilla es una de las pocas que asegura una protección para toda la vida.