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The Spanish Princess: El vestuario de una reina maltratada por la historia

Catalina de Aragón se desliga del estereotipo de reina opaca para convertirse en una poderosa mujer en la serie, que estrena su segunda temporada el 11 de octubre en Starzplay.

Cuando se piensa en Enrique VIII y sus esposas, se suele tener el imaginario de la bella e inteligente Ana Bolena siendo decapitada por un rey cruel y obeso y la sucesión de drama con las reinas que le siguieron por tener un heredero. The Spanish Princess: El vestuario de una reina maltratada por la historia

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El resumen, en apariencia, es así : dos de ellas resultaron con su cabeza en una pica, una sobrevivió, otra murió de parto y dos fueron repudiadas. Entre ellas, Catalina de Aragón (1485-1536), hija de Isabel la Católica y a quien la historia pinta como una reina opaca, poco atractiva y fanática religiosa que dio de sobra razones a Enrique (además de no darle un hijo varón) para repudiarla.

The Spanish Princess: El vestuario de una reina maltratada por la historia

Pero ahora, siendo interpretada por Charlotte Hope en “The Spanish Princess”, vemos a una princesa poderosa, inteligente, absolutamente bella y con un vestuario que va más allá del acartonamiento –pero no sin su exquisita elaboración– que muestra su evolución como un personaje lejos del estereotipo.

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Y de esto se encargó la vestuarista Pam Downe, quien ha sido responsable de maravillas como “Orlando”. Ella le contó a Metro cómo creó una nueva historia para un personaje tan maltratado por imaginarios que han durado siglos.

¿Cuáles fueron las referencias con las que construiste el vestuario del universo de la serie? Supongo que el pintor Hans Holbein el joven fue una de ellas.

–Obviamente, Hans Holbein es una gran referencia y lo usé, aunque algunas de sus obras datan años después del periodo histórico que estábamos cubriendo. Así que fue muy difícil luchar con referencias de vestuario exactas para esa época.

Ahora bien, usé una pintura de Hans Holbein de una familia que fue muy útil y que data de 1528.

Asimismo, adelanté un poco la moda que se usaba en esa época, algunos años, para ese propósito. Y eso fue muy interesante porque en términos de personajes, sí hay más imágenes sobre ellos en este periodo.

También trabajé con pinturas de la época del Renacimiento tardío, pero estas, como las pinturas religiosas, también tienen la influencia de estilos anteriores, así que fue bastante complejo partir de ahí para construir puntos de referencia.

Para la temporada uno también nos sirvieron los retratos de corte (encargados, a la usanza de la época, para enlaces matrimoniales y alianzas), pero también libros.

Asimismo, en el ámbito textil, era bastante difícil establecer cómo exactamente podían ser los materiales de los vestidos, pero si te fijas en los muebles de la época, te pueden dar una idea de qué podrían haber usado.

¿Cómo construiste tu propia visión sobre un periodo histórico del que se han hecho bastantes productos audiovisuales? 

–Lo más importante para mí fue construir el color como símbolo de evolución de los personajes. Especialmente, con Catalina y cómo contrasta con Enrique VIII (interpretado por Ruairi O’Connor).

Ahora bien, de ella no se conoce mucho. Tenemos el retrato que nos ha brindado la historia de una mujer no muy atractiva, siempre rechazada, intolerante por su religión, así que el propósito de la serie era mostrar un ángulo muy distinto y contar más sobre ella.

Por eso, en el comienzo, la vemos totalmente enamorada de Enrique y usa muchos amarillos, y naranjas, rojos, bordados, y un fitting que le diera un aire de ligereza. A medida que avanza la historia, la vemos desesperada por complacer a su esposo, por tener un heredero, y comienza a perder a sus hijos.

“La historia de Catalina ha sido contada, pero en la serie vemos cómo a ella se le retrata más allá del estereotipo: con su vestuario comenzamos con una princesa enamorada hasta convertirla en una reina poderosa”

Borramos todo atisbo de color en ella y la vemos con colores muy pálidos hasta que oscurece por completo a negro. Esto también se complementa con mangas más caídas, vestidos off the shoulder, y al final la vemos más inglesa, ya que se ha adaptado a la corte, y es ya al final cuando la vemos cubierta, con líneas más fuertes en las siluetas de sus vestidos.

De alguna manera, para mí, el viaje consistió en mostrar su estado mental y contar cosas que la historia omitió. En el caso de Enrique, si para Catalina hice líneas claras en su vestuario y más sencillas cuando perdía a sus bebés, en él fue todo lo opuesto: lo llenamos de joyas y adornos, de tal manera que podía mostrar que seguía siendo un rey capaz de concebir un heredero y con todo el esplendor de su masculinidad.

Otro elemento importante es la armadura que usa ella en la mitad de la historia y ella va a la batalla mientras Enrique está en Francia y ella está embarazada: ahí se muestra que es una persona mucho más compleja de lo que la historia ha querido retratar. 

¿Cómo vemos, a través del vestuario, la evolución de Catalina hacia el trono? 

–Las telas se vuelven más ricas. Estampamos muchas de ellas.

En ese tiempo muchas se hacían a mano, pero no teníamos el tiempo ni el dinero para hacerlo, así que para contar el comienzo de su reinado usamos muchas técnicas de impresión y también dimos el efecto de poder con la joyería, lo mismo que con Enrique, pero a medida que se hace mayor, con ella, como dije, las líneas se hacen más claras y le doy un look más estático.

También usamos sedas bordadas y terciopelos estampados.

En ese siglo vemos las diferencias entre las modas de las cortes española e inglesa. Veremos con los Habsburgo, durante doscientos años, un negro riguroso con un contraste impresionante de joyas. En la corte inglesa veremos el afrancesamiento con Ana Bolena y luego a su hija imponiendo su estilo propio. ¿Tuviste en cuenta esas diferencias? 

–Por supuesto. Esto lo vemos en la primera temporada, cuando Catalina llega a la corte y llega con todos estos adornos y trajes a la usanza de su país y los deja progresivamente de lado para adaptarse a la corte de su nuevo país. Sin embargo, la moda española, en aquella época, tenía una gran influencia en Europa.

Y esos cambios que quise detallar en la serie fueron por ejemplo que cómo se usaba el verdugado (estructura que daba forma a los vestidos en los siglos XVI y XVII) y quería dar esa sensación de que ella era una princesa española en una corte extraña.

También investigué y en ese periodo en particular todavía no hay muchas diferencias aún incluso con Francia y cómo llevaban el verdugado y la forma de la cintura.

¿Qué fue lo más desafiante de crear vestidos de ese siglo en particular? 

–Los vestidos de las mujeres demandaban usar mucha tela y hallar las mismas referencias no siempre es complicado, por lo que terminamos comprando terciopelo impreso y también imprimiendo telas nosotros. También se demandaban muchos vestidos y teníamos que pensar en nuevos diseños.

Y si bien las siluetas eran casi las mismas, lo complicado también fue la decoración, ya que tenías que diferenciar a los personajes. Un vestido así puede tomar horas y horas.

¿Por qué crees que la historia de las esposas de Enrique VIII sigue siendo tan atractiva?

–Creo que si bien sabemos quiénes eran y lo que les pasó, cuentan sus vidas de una manera muy estereotipada. Siento que eran muy diferentes entre sí. Además, que cuando llegan a la corte llegan prácticamente a un nido de víboras y deben ser muy sabias y listas para sobrevivir, también para no perder el favor del rey.

Las mujeres no tenían ningún poder en la Inglaterra de los Tudor, así que tenían su dote y su apariencia para obtener posiciones, y es interesante cómo tuvieron que luchar con eso para ganar influencia.

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