El termino Body Shaming se ha popularizado en los últimos años.
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La traducción al español es sencilla «avergonzar a alguien por su cuerpo».
Se ha hecho muy famoso para evidenciar cómo las mujeres terminan siendo presas de una cultura de imposición física sobre cómo verse y cómo lucir, pero la realidad es que los hombres son tan víctimas como las féminas.
Desde la campaña presidencial, lo ataques, polarizados tendían a hablar sobre el cuerpo de los candidatos.
Cómo le lucían las canas tempranas a Duque, los ojos de Petro, la nariz de aquella, o el cuerpo de aquel.
Con la victoria de Iván Duque y el recrudecimiento de la oposición en su contra (55% de aprobación, según la última encuesta de Invamer), los ataques caricaturizados se volcaron hacia su cuerpo.
Los apodos usados en protestas y los argumentos de la oposición han versado en burlarse del mandatario por su peso.
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Y sí, la realidad es que es body shaming y una conducta que ha ganado y perdido adeptos con cada polémica.
La más reciente fotografía de Duque, en donde se le ve el cuerpo completo, sirvió a los opositores para catalogarlo con mil y un adjetivos desobligantes y humillantes.
Sin embargo, la conducta reprochable, hoy tiene críticos que apuntan a que los argumentos deben ser por su gestión y no por cómo se ve, que a la larga es lo de menos.
Las críticas apuntan a la gordofobia, a la discriminación y a un papel lamentable de crítica sobre los cuerpos y no sobre las acciones políticas.