Es el caso de Deisy Tobón, quien tiene un negocio de café en el municipio de Montebello, Antioquia, que hoy exporta a Australia, Japón, estados Unidos y Canadá. El café Sabanitas es su producto insignia y solo vende un poco en Colombia bajo pedido especial. La reinvención de una familia desplazada para generar productividad en el campo.
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Su realidad como desplazada por la violencia quedó atrás gracias a la Unidad de Restitución de Tierras, que no solo le devolvió a ella y a su familia el terreno donde viven, ocho años después de estar lejos, sino que les ayudaron a impulsar todas las ideas que tenían en mente para potenciar el negocio de café que empezaron sus abuelos.
“Mis abuelos le enseñaron a mi mamá, a mi papá y a mi tío a ver una oportunidad en el campo. Ellos mejoraron todo en la medida de sus posibilidades. Mi generación, primos y hermanas, tenemos esa educación de campo y de renovar las cosas que ya se tienen. Mi hijo y sobrinos también tienen cariño por el campo. Por ejemplo, los niños que viven la ciudad en este momento, qué pecadito encerrados, en cambio aquí los niños pueden salir y estar con sus amiguitos”, dice Tobón.
Sin embargo, para esta joven emprendedora es claro que su realidad no es la misma de muchos campesinos, aunque así lo quisiera. De hecho, ve con tristeza que el campo se está quedando solo porque no hay relevo generacional para trabajar la tierra.
Según el último Censo Nacional de Población y Vivienda del DANE, la población rural está envejeciendo y solo el 23% de los colombianos vive en el campo, situación que podría afectar la productividad y el abastecimiento de alimentos y la conservación de las tradiciones.
“En mi familia somos cuatro generaciones trabajando con el café, pero a nivel general el campo se está envejeciendo. No tenemos jóvenes que quieran seguir con la labor que hacen sus padres en el campo. Esas tierras y ese esfuerzo que hicieron los viejos y nuestros abuelos se vana perder. Los van a tomar personas más acaudalas y van a perder esa esencia que tiene el campo”, dice Deisy.
La reinvención de una familia desplazada para generar productividad en el campo
Desafortunadamente los jóvenes quieren ir a ganarse el sueldo en la ciudad y no ven una oportunidad de crear empresa en las fincas y hay pocos incentivos para avanzar dentro de la misma región.
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“El campo es tranquilidad, las familias se conocen de toda la vida, hay lazos muy grandes. Cuando llega un solo tenedor de una tierra eso se pierde. Los abuelos y las personas adultas que estuvieron trabajando en el campo van a tener que encerrarse en una jaula porque los hijos no siguieron con eso” dice Deisy con preocupación.
Por eso ve con muy buenos ojos iniciativas como la de Jóvenes en la Nube, liderada por la Unidad de restitución de Tierras, que busca fortalecer las habilidades de liderazgo y asociatividad de los jóvenes rurales que están involucrados en el proceso de restitución de tierras, promoviendo el intercambio de conocimientos entre generaciones para evitar que abandonen el campo.
“Dicen que todas las personas son líderes, unas más que otras, entonces, si a una que tenga potencial se le dan fundamentos, va a ayudar a que la región donde esté vaya avanzando y mejorando, porque eso hace un líder, mejorar con la comunidad. Dar fundamentos a personas así es muy importante”, dice Deisy.
“Las personas que seleccionaron por azar en el encuentro en La Nube fueron bien elegidas, la mayoría somos de zonas rurales. Es compleja la conectividad, pero es útil para llegarle a nuevas generaciones y detener el envejecimiento del campo, porque en este momento hay dos generaciones perdidas. Hay que trabajar en el campo, pero no mediocremente, sino con tecnología, que se vea que el campo es una oportunidad para salir adelante”, dice la joven emprendedora.
Deisy llegó hacer la gerente de la empresa luego de que con la edad comenzó a tener voz dentro del negocio familiar. Le dijo a su familia que se arriesgaran y dejaran de vender el café en el pueblo, a través de la cooperativa, y lo vendieran a una trilladora.
“A uno siempre le da miedo sacar los productos del pueblo, porque que tal que no los reciban o te digan que son de mala calidad, o uno piensa que le van a robar la plata o el café, pero se hizo el primer ensayo para la venta y nos fue bien. Empezamos a buscar clientes que nos dieran primas de calidad y comenzamos a hacer negocios”, cuenta Deisy.
“Como dice mi tío: si uno con el apoyo de Restitución de Tierras no sale adelante entonces no va a salir adelante con nada. Eso fue un empujón de aquí a la Luna. Los proyectos que hemos ejecutado con ellos, antes de recibir el apoyo, los teníamos planeados para empezar hasta ahora en este 2020, pero desde 2016 hemos avanzado muchísimo”, cuenta la joven amante del campo.
La ventaja fue que en su familia fueron tres personas las restituidas y gracias a eso pudieron plantear muy bien su nuevo modelo de negocio.
“Mi mamá compró una máquina para despulpar café, mi tío compró un silo, que es una máquina para secar café y entregarlo en pergamino seco, y con el proyecto de mis abuelos montamos un laboratorio para tostión de café. Nuestro café Sabanitas, que lo trabajamos mi hermano y yo, lo hacemos con permiso de mis abuelos”, cuenta Deisy con mucho orgullo.
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