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El oscuro pasado de la monja que defendió a Álvaro Uribe

Quienes conocían previamente a la monja que defendió a Álvaro Uribe la llamaron racista y agresiva.

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Adriana Torres, una mujer con vestido de monja que defendió a Álvaro Uribe a los gritos este martes, se volvió famosa. Sus gritos con megáfono causaron que muchos le prestaran atención a las afueras del Palacio de Justicia. Pero la mujer habría también revelado de esta forma algunas situaciones extrañas en Medellín, donde reside.

La mujer se trataba presuntamente de una monja carmelita, pero voceros de esta orden religiosa lo desmintieron: Martha Escobar Mejía, secretaria de la Conferencia de Religiosos de Colombia, dijo que la monja Adriana Torres no pertenece a las Carmelitas a pesar de lo que dice.

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Ahora se conoció que Torres utilizaría su indumentaria para hacer una labor social en el oriente de Medellín. Esta labor, aún así, se mancharía por la reacción que tiene la mujer en esos puntos.

Según testimonios anónimos que recibió El Tiempo, la monja que defendió a Álvaro Uribe pide donaciones de frutas y vegetales en las plazas de mercado de Medellín para llevarlos al barrio Bello Oriente, uno de los más altos de la ciudad. La mujer los vende a sus habitantes a precios entre 5.000 y 6.000 pesos, muy reducidos.

Torres tendría serios reparos entre los vecinos del barrio. «Es muy amenazante y trata a la gente muy feo. A todo el que fuera moreno lo trataba mal, con groserías y diciendo que no quería negros en el barrio. Ha tenido confrontaciones con muchos vecinos», dijo una vecin a El Tiempo. Otra aseguró que la comunidad busca desenmascararla, «pero creo que esta es la oportunidad», añadió.

«No sabemos si pertenece a alguna congregación, lo que se dice es que antes hizo parte de un convento en Bucaramanga. Lo que sí sabemos es que es la única que va al barrio, no va con otras monjas y no tiene una congregación en el sector”, expresó la mujer.

El líder de la Junta de Acción Comunal de Bello Oriente, Alirio Agudelo, confirmó la labor de la mujer. Aseguró que desde hace 8 años va al barrio con sus mercados, y que estos son un beneficio para una comunidad que vive en condiciones precarias, sin alcantarillado y con vías de tierra amarilla.

Como nuevo ingrediente de esta increíble historial, Abraham González, obispo y líder de la Prelatura Apostólica de Corpus Christi, acusó en Blu Radio a Adriana Torres de ser “una pícara de tiempo completo»: «“La conozco completamente. Estuvo aquí en Medellín, yo le di cabida. Supuestamente iba a ser la primera sierva Bompastoriana, íbamos a abrir la comunidad femenina con ella, pero resultó todo un fiasco, moral y jurídicamente”, dijo a la emisora.

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