Al sicario, no le importó que también estuvieran presentes su esposa e hijo. Cantante de narcocorridos fue ejecutado en plena calle a vista de todos.
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Un grupo musical mexicano se bautizó como «Los hijos del cartel», haciendo alusión a un grupo al margen de la ley llamado así también. Lo que ellos no esperaban, era que llamarse así les traería problemas.
Eso no lo consideró el vocalista del conjunto de Tijuana, Roberto Domínguez Trejo, quien fue ejecutado de un tiro en la cabeza cuando estaba al volante de su auto Mitsubishi Eclipse negro, en una estación de servicio donde se encontraba llenando el tanque de gasolina.
El sicario llegó en un vehículo Camaro negro, se estacionó junto al cantante, bajó la ventana y sin decirle ni una palabra le disparó a quemarropa en la cabeza. Luego huyó del lugar.
La policía presume que el asesino obedecía órdenes de una organización criminal que mantiene problemas con el grupo ilegal, al cual el cantante quería hacer homenaje.
Las autoridades mexicanas han intentado prohibir los narcocorridos que festejan las fechorías de los narcotraficantes, sin importar la crueldad y el daño que causan sus matanzas. Los temas elogian la violencia con el clásico ritmo de los corridos.
Hasta ahora no hay detenidos, y los allegados a la víctima no tienen esperanzas de que la justicia (legal) haga algo por Roberto, pero confían en que sus «amigos» armados cobren venganza.
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