Un perro estuvo muy cerca de evitar el atentado que provocó ocho muertes en la Escuela General Santander, sur de Bogotá. Además, 54 personas sufrieron heridas. La acción del perro provocó el presunto «acto suicida» que terminó con la explosión.
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Según relató una testigo, el perro antiexplosivos detectó el olor del químico que provocaría la explosión. En ese momento, el vehículo, que según el fiscal Néstor Humberto Martínez es una camioneta Nissan modelo 1993, estaba estacionado en el ingreso de la instalación.
«Mientras que le hacían el registro, el perro detectó el explosivo. Y apenas se ve el tipo descubierto, arrancó con la camioneta», dijo la testigo. «Se la pasó por encima al guardia, lo mató, lo dejó ahí y arrancó él».
Posteriormente, el conductor arrolló al agente. Los otros tres miembros de la guardia de seguridad salieron corriendo con el perro. Finalmente, el conductor, que según la Fiscalía se identifica como José Aldemar Rojas, chocó contra un alojamiento de mujeres.
«Los tres guardias arrancaron detrás de él, y él se chocó contra el alojamiento. Ahí explotó la camioneta», dijo en su dantesco relato. Los tres agentes habrían hecho parte del grupo de 9 personas fallecidas en el atentado.