El patrullero, de 24 años, asegura que por el trajín del día a día, por las largas jornadas, por no poder dormir y el estrés por resultados, empezó a consumir las drogas que incautaba en una de las zonas más peligrosas de Medellín.
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Desde los 20 años fue agente y su trabajo consistía en apoyar operativos en donde se decomisaban grandes cantidades de droga, como marihuana, cocaína, bazuco y heroína. Ente más pasaba el tiempo, notó que su consumo se convirtió en adicción.
José Ricardo Barrera dio a conocer su historia de vida y las dificultades que pasa en una tutela ante la Corte Constitucional, porque después de años de servicio, la Policía, que conocía las causas de la enfermedad que adquirió en la institución, lo despidió y el quitó el acompañamiento de salud.
Su comandante sabía de la situación, decidió enviarlo a servicios médicos y por decisión propia, se adscribió en un centro de rehabilitación.
A finales de abril Barrera fue diagnosticado con trastornos mentales y comportamentales, por el consumo de las drogas que incautó en su labor como policía. También le indicaron que perdió su capacidad en un 10%.
La Corte dictaminó que la Policía debe asumir la salud del paciente y garantizar su tratamiento, puesto que la enfermedad de adicción la adquirió por ejercer su trabajar en la institución y por desarrollar actividades de incautación.