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Carolina es alta. Usa tacones y ropa que la estilizan. Se toca mucho el cabello, que brilla y es tan largo como lo quisieran muchas mujeres. Tiene pestañas postizas y se maquilla y se le ve bien, a pesar del calor cartagenero.
“Mi nombre es Carolina Fonseca Anaya, tengo 29 años, soy de un municipio que se llama Galapa, a 15 minutos de Barranquilla y vine a la Escuela de Incidencia que armó la Cumbre porque la organización a la que pertenezco, que se llama Caribe Afirmativo, me dio la posibilidad de conocer los espacios de construcción de paz desde el feminismo”, cuenta.
Carolina participó en la Escuela de Incidencia que convocó la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz, que tiene asociadas a varias ong de mujeres y con las que hacen talleres de empoderamiento para lideresas.
Carolina, vive con las piernas cruzadas, casi no habla en público,pero cuado le preguntan, dice que está feliz.
“Yo estoy muy contenta porque no es fácil ser mujer, y menos es fácil ser una mujer transgénero que viene de un barrio popular. No es fácil hallarse a estos espacios porque hay mujeres muy tradicionales que no lo ven con muy buenos ojos”, cuenta Carolina, mientras enciende un cigarrillo mentolado.
Según ella, su organización la invitó al evento para que conociera estos espacios de los que debe empezar a apoderarse, pues va a representar el movimiento feminista de las mujeres que no nacieron, biológicamente, como una, sino a las que su identidad les permitió decidir que eran mujeres, encerradas en cuerpos de hombres.
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Para el Día Internacional de la Memoria Trans, en 2015, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) lanzó una alerta grave: 80% de la comunidad trans, tiene una expectativa de vida de 35 años.
Entre enero de 2013 y marzo de 2014, la Cidh registró 350 casos de violencia contra personas identificadas o percibidas como miembros de la comunidad trans, de 770 que tenía el estudio sobre violencia contra la comunidad Lgbti. El ambiente en Colombia no es distinto.
“Llegué a Caribe Afirmativo gracias a una amiga que vio mi interés por trabajar por la comunidad, pero en especial mi interés de trabajo por las que hemos sido vulneradas, por las trans que hemos sido objeto de violencia”, cuenta Carolina, que resalta a la organización que la acogió y cuenta todo con conocimiento de causa. No hay un dato que se le escape.
“Es genial porque la organización se puso a trabajar en este tema del proceso de paz. A mí me gusta mucho porque es momento de que el Estado reconozca que tiene una gran deuda con la comunidad lgbti, en el marco del conflicto armado”, señala mientras se arregla.
“Para nadie es un secreto que la población lgbti fue sacada del acuerdo de paz, luego de que perdiera el sí en el plebiscito, pero quedó algo. Y las trans, que nos reconocemos como tal, claro que hacemos parte del acuerdo porque somos mujeres y ese componente está claro ahí”, y con esa afirmación de la caribeña, llega el entendimiento de su participación en la escuela para lideresas que son feministas, de raca mandaca.
En 2017 fueron asesinadas 36 mujeres trans. Por lo menos 17 fueron asesinadas por el prejuicio hacia su identidad género o expresión de género. Estos crímenes ocurrieron en Norte de Santander, Huila, Caldas, Tolima, Quindío, Valle del Cauca y Bogotá. Nueve tuvieron lugar en zonas de trabajo sexual y espacios públicos, cinco en zonas boscosas o áreas rurales, dos en el lugar de trabajo de las víctimas y una enun hotel.
*Información Colombia Diversa, informe 2017
“Por décadas, desde que nació el activismo feminista y se ha escuchado la voz de las mujeres, hemos sido excluidas las mujeres trans, en muchos espacios de estos grupos sociales de mujeres feministas, pero pienso que hay que ir cambiando”, señala Carolina y parece ser que tiene razón.
“La realidad es que hay un sector reacio a las mujeres trans. Una realidad es que hay muchos hombres que quieren apropiarse de nuestros espacios, incluso dentro del feminismo, pero otro es el caso de las mujeres trans, que por muchas feministas son aceptadas y peleamos por sus luchas, pero para otras no son mujeres, por el simple hecho de no nacer con vagina”, apunta Catalina Ruíz Navarro, editora de la revista Feminista Volcánica y una académica feminista.
Carolina, entre más habla, más se empodera de su tono. Parte de la timidez y en momentos explota su tono para hablar más duro y con convicción. No tiene voz grave, es aguda, así que no es fácil identificar que nació siendo un hombre.
“¿Quién te dice que porque no tienes vagina no eres mujer? Una mujer es por cómo se autorreconoce… Nuestra mente y nuestro cambio físico apunta a que somos mujeres y el reconocimiento en espacios feministas es el primer paso para consolidar una paz incluyente, en donde no solo son mujeres, negras, indigenas, urbanas, sino también mujeres trans, lesbianas o bisexuales”, señala Carolina, que cruza la pierna y dice “no la tenemos fácil”.
“En el mundo se han creado movimientos feministas denominados Terf, que en sus siglas en inglés traducen Feministas Radicales Transexclusivistas, que excluyen a las trans por dos cosas. Uno, porque dicen que por el hecho de nacer con el cuerpo de hombres, no tuvieron que cargar con las opresiones que cargamos las mujeres. Dos, porque no tienen los genitales femeninos, pero no saben que le están haciendo el juego a los sectores más conservadores”, señala Ruíz-Navarro.
Pero la difícil entrada a estos espacios no solo se da por el radicalismo feminista. “Hay mujeres tradicionales que no hacen parte de estos movimientos radicales, pero que no entienden la otredad. ¿Si no tenemos espacio en los movimientos feministas, en dónde más?”, señala Carolina, algo contrariada.
“Yo pienso que todo parte del desconocimiento y la hipocresía. No puede ser que llevamos años luchando para que no nos estigmaticen por nuestros cuerpos de mujeres, para que ahora estigmaticemos a otras por su biología. No tiene sentido y va en contra de lo que representa el feminismo y las luchas por las mujeres”, apunta Ruíz.
“¿Cómo vamos a construir una paz completa, si las y los trans somos estigmatizados por las mismas organizaciones feministas? La realidad es que estos son los trabajos que consiguen miles de mujeres trans, porque no hay posibilidades de más. Eso no es paz”, señala Carolina.
“Esto es un cáncer de feminismo, que termina ayudando a los sectores ultraconservadores. Es un feminismo hipócrita y totalmente desconocedor de las luchas de las trans. Hay que bajarnos de nuestros privilegios y hacer feminismo para todas”, puntualiza Ruíz.
Carolina es una mujer fresca, relajada, pero muy pendiente de su imagen. “Me gusta arreglarme, verme bien e intervenir en estos espacios. esto construye paz desde los territorios y desde las ong. Yo sé que esto va a cambiar del todo y vamos a estar totalmente incluidas. ese día habrá paz completa e incluyente”, finaliza sonriente.
Más datos:
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En el más reciente censo poblacional del Dane, no fue incluido el componente de identidad sexual. Más allá de preguntar si se reconoce como hombre o mujer, las ong de diversidad, intentaron concertar para ser censados de manera diferente y así crear política pública, pero no se dio.
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Las mujeres trans son la población más susceptible al suicidio. 50% de los casos de suicidio mundial entre la comunidad LGBTI, es de población trans.
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Entre 2015 y 2018, 92 mujeres trans fueron asesinadas en Colombia. De esos, 41 homicidios fueron ocasionados con arma blanca.
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El 42% de las denuncias de tortura y lesiones personales, de 2015 a 2018 fueron contra mujeres trans.