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The Post captura una histórica defensa de la libertad de prensa

Los periodistas de Metro tuvieron la oportunidad de ver en primicia la película The Post

Aiola Virella / MWN

Salvando las diferencias, debo reconocer que ver la película The Post nos transporta a situaciones y conflictos a los que los medios informativos nos enfrentamos más frecuentemente de lo que muchos podrían imaginar.
Poco más de 20 años de labor en salas de redacción de periódicos —unos talleres de trabajo más pequeños que otros— me ayudaron a contextualizar mejor una película, que todo aquel que aprecie el sistema democrático debería ver con detenimiento. El balance que deben hacer las personas de prensa —que van desde periodistas y editores hasta dueños de empresas periodísticas— entre el derecho del pueblo a estar informado versus la subsistencia del medio o versus otros intereses, ya sean privados o gubernamentales, es el eje de la trama en The Post. La película de Steven Spielberg plantea este debate partiendo del hecho verídico sobre los Papeles del Pentágono y la batalla que dieron The Washington Post y The New York Times por la libertad de prensa en Estados Unidos.
La trama se enfoca en The Washington Post, que se encontraba en la coyuntura de transición a una empresa pública, liderada por una mujer (Meryl Streep, en el papel de Katharine Graham) en una época en que las mujeres no eran bien vistas como líderes empresariales, lo que abona al debate esencial entre publicar o autocensurarse. Aunque la película cuenta con un elenco de primera para interpretar los personajes de los periodistas y el editor en jefe (Tom Hanks, en el papel de Benjamin Bradlee), quienes transmiten la pasión periodística por hacer pública una información confidencial, que es desconocida por el pueblo, es en la figura de la propietaria del periódico en quien se centra el conflicto mayor: entre el deber informativo y la viabilidad empresarial. Hay que destacar que Katharine Graham fue la primera mujer directora de un diario en Estados Unidos. La dirección del periódico —que era una empresa familiar— pasó de manos de su padre a su esposo, pero al este fallecer, ella tomó las riendas.
En este caso, la viabilidad empresarial está amenazada por el poder del Estado, que, en el mayor de sus alcances, intenta ocultar información delicada para el pueblo sobre la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, pero también va a presiones más cotidianas, como tratar de influenciar tonos de cobertura y hasta intentar seleccionar periodistas o medios con acceso a las esferas y el quehacer público.
Es el mismo personaje de Streep quien incorpora a la trama otros conflictos, como el de la cercanía de las fuentes informativas. Los periodistas dependen de crear empatía y confianza en otras personas con acceso a información, que se convertirán en sus fuentes de información. Mas, es muy común que se cree un ambiente tan cercano o de amistad que, en algún momento, el periodista se vea en una situación conflictiva. Un mayor grado de este tipo de conflicto surge en círculos de poder donde coinciden dueños o ejecutivos de medios con figuras de alta injerencia decisional en esferas políticas, económicas y otras. Es, entonces, cuando la persona de medios debe poner en una balanza su compromiso con la sociedad antes que los lazos afectivos que pudiesen haberse creado.
Otro de los conflictos planteados en la película es la rentabilidad de los medios de calidad como parte del modelo empresarial capitalista. Asimismo, hay un planteamiento muy presente en la cinta sobre el rol de la mujer en la sociedad y las batallas para adelantar la equidad en el campo laboral. No olvidemos que la película se desarrolla en la década del setenta y, aún en la actualidad, las mujeres luchan por la equidad y por el respeto. Vemos en ese sentido, como Streep va transformando a su personaje de una mujer dedicada al ámbito doméstico, y con muchas inhibiciones que asumía como naturales, a una concienzuda líder con la capacidad de tomar decisiones pensadas y basadas en una profunda responsabilidad social que cambiarán la historia de la prensa libre en Estados Unidos. Su magistral interpretación la lleva a estar nominada por vez número 21 a un Óscar en la categoría de mejor actriz.
En la película, también hay planteamientos sobre la competencia mediática, los niveles de intervención de la gerencia con los equipos y las decisiones editoriales, cómo trabajar un tema trascendental buscando ángulos novedosos, los filtros de corroboración de datos, las consultas de alcances legales y cómo seguir el rastro a una historia de gran peso periodístico.
Aparte de los conflictos que van al corazón mismo del ejercicio periodístico, la película brinda una mirada a las nuevas generaciones sobre lo que eran las redacciones del pasado, con las tecnologías de la época para imprimir un periódico. Esto deja una sensación de nostalgia para quienes trabajamos en este oficio.
Debemos concluir que estamos ante una historia bien contada por parte de su director, que sorprende al estructurar el relato desde el punto de vista de la propietaria del periódico. La trama mantiene al espectador interesado en su desarrollo, a pesar de ser una historia con un desenlace conocido. De hecho, hay un punto casi al finalizar la película que lleva a pensar que se extenderá un poco más. La película concluye en un pico de expectación. La selección del elenco muy acertada, así como la ambientación y la fotografía que transportan a la época en que se desarrolla.
“La prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes”, es una de las citas en una histórica decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos que se destaca casi al final de la película destacando así el rol de fiscalización de una prensa robusta en una sociedad democrática. Este principio se refuerza con una escena sobre el inicio del escándalo de Watergate, que puso fin a la presidencia de Richard Nixon.
Esta película debe servir de inspiración y guía a las nuevas generaciones de periodistas y empresarios de medios para reforzar su compromiso con la verdad y la sociedad. Asimismo, el filme debe ser un aguacero de conciencia a quienes pululan en los círculos de poder y todos los días caen en la tentación de intentar manipular o presionar a la prensa para ocultar o matizar informaciones. Para los ciudadanos consumidores de noticias es una ventana que da visibilidad a la importancia de una robusta prensa libre

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