En 1956, Antonio Ibáñez perdió a su mejor amigo ahogado y fue responsable de sacarlo del agua sin vida. En ese momento, el español prometió hacer algo para evitar que la gente sintiera el mismo dolor por el que él debió atravesar.
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Obsesionado con el tema y 61 años después finalmente presentó su creación: una piscina con agua en la que es imposible ahogarse.
El ingeniero español había trabajado durante largos años en su propósito, e incluso creó una piscina con suelo móvil que se acerca a la superficie si es que detecta un peso sostenido. Sin embargo esta vez dice que este es su invento definitivo.
El principio del agua es simple: pese a que no contiene sal, suma otros elementos como gel y shampoo que hacen imposible que el cuerpo se hunda.
“Incluso en el caso de que el bañista quede boca abajo, la presión del aire de la caja torácica hace girar el cuerpo, impidiendo que trague agua”, relató el inventor al portal español Ideal.es.
El producto, que ya está a la venta, tiene según el inventor, una caducidad de entre dos y cinco años.
“Se echa a la piscina en sólido, se pone la depuradora en circulación y a las 24 horas ya es una agua flotante. Además, mantener ese agua requiere el mismo trabajo y la misma atención que hasta ahora exige una piscina con agua normal”, dice.
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