Ciclismo

Dopaje en el Tour de Francia: el fantasma que nunca se va

El dopaje en el Tour de Francia ha sido una constante a pesar de los múltiples intentos de extirparlo. Santiago Botero y un analista explican por qué el dopaje sigue acechando las carreras.

El ciclismo es uno de los deportes con un pasado más turbio, debido al grave problema del dopaje. Desde sus inicios, el dopaje en el Tour de Francia ha sido determinante para la percepción, sobre todo en los países del norte de Europa, de este como un deporte donde no ganan los que más sufren y los que mejor corren, sino los que tienen mejor médico y más dinero.

Justamente, en la edición del Tour que inicia en el 2017, se conmemora una fecha fatídica: la muerte del ciclista británico Tom Simpson, que falleció en un ascenso infernal al Mont Ventoux en 1967. Las anfetaminas que usaba para resistir en la montaña acabaron con su vida en un delirio de deshidratación.

A pesar de los múltiples intentos de la Unión Ciclística Internacional (UCI) para limpiar el ciclismo, el dopaje sigue. Para Santiago Botero, excampeón mundial en 2002, este es un tema recurrente porque se presentan sanciones debido a la insistencia de la UCI en pruebas antidopaje. Una de estas causó la expulsión de André Cardoso, corredor del Trek, cuando se le detectó eritropoyetina (EPO) en la sangre.

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«Los controles que se hacen a los ciclistas en el ProTour, respecto a los que se hacen a otros deportes, son espeluznantes. En el ciclismo se hacen 10.000 pruebas antidopaje en el año, y en el fútbol, a un número similar de deportistas, se hacen 100. Un corredor como Óscar Sevilla puede tener 42 pruebas», afirma en diálogo con PUBLIMETRO.

¿El sistema se sostiene solo?

Según Sergio Palomonte, experto del portal español Contexto y creador del sitio especializado ciclismo2005.com, el sistema presente en las competencias ciclísticas modernas permite esta situación. El dopaje en el Tour de Francia no se ve ya con jeringas o transfusiones de sangre, pero sí en la forma en la que se disputan las peleas con los mejores. «Para ir tan rápido como los que ganan, sabes por donde tienes que pasar», asegura Palomonte a PUBLIMETRO.

«La mayor prueba estriba en que las velocidades medias de las carreras son iguales o superiores a las de la época de barra libre con EPO». Palomonte define como «barra libre» al período entre 1998 y 2006, cuando Lance Armstrong dominó el Tour de Francia con una estructura diseñada alrededor del dopaje (ver recuadro), y que terminó antes del Tour 2006 con la Operación Puerto, en la que se sancionaron unos 30 corredores por inyectarse EPO y realizarse transfusiones de sangre. Uno de estos fue Botero.

Desde entonces los escándalos son más discretos: la expulsión masiva de corredores en la Operación Puerto en 2006, o sanciones como las presentadas para Alberto Contador y Alejandro Valverde que los alejaron durante varios años de las carreras, no se ven. Suele verse casos como el de Cardoso, compañero de equipo de Contador, que no aclaran la situación.

«Estos escándalos se quedan en la periferia, suenan como a avisos tipo ‘se lo que estás haciendo, no vayas más allá’. Es el mismo sistema que se defiende, porque sabe perfectamente que si se fuese más allá, en el sentido de combatir a fondo el dopaje, probablemente se acabaría el ciclismo», dice Palomonte.

Pasaporte biológico

Una de las medidas propuestas por la UCI para combatir el dopaje en el Tour de Francia y las carreras internacionales es el «pasaporte biológico». Según Botero, este sistema busca que se vea una continuidad de los valores de un ciclista durante toda una carrera, para determinar los valores normales en la sangre de un ciclista y detectar alteraciones que indiquen productos médicos.

«El pasaporte biológico no solo se limita a la muestra de sangre o de orina. Con él te hacen un perfil hormonal, y se detectan variaciones que pueden indicar dopaje, así no te encuentren la sustancia. A mí me tocó: llegaban a mi casa a las 5 de la mañana y me tocaba presentar muestra de sangre y de orina. Si no me presentaba, a la tercera oportunidad era una sanción automática de dos años», dice.

Palomonte destaca que es un sistema efectivo, pero que tiene muchas fallas. «Los últimos sancionados por el pasaporte biológico (Giampaolo Caruso y el esloveno Jure Kocjan) lo han sido finalmente por positivos del2012, ¡y se ha sabido ahora, en 2017! Con esos tiempos y plazos, es imposible que sea efectivo. Ahora mismo alguien podría haber dado positivo, y estar compitiendo sabiendo que hasta dentro de 5 años no le pasará nada», asegura.


Los grandes escándalos de dopaje en el Tour de Francia

Caso Festina: En 1998 se encontró un vehículo del equipo Festina con una gran cantidad de jeringas y medicamentos ilegales en un cruce de aduanas entre Bélgica y Francia. El equipo fue expulsado, y sus rivales se pararon en la vía cancelando una etapa.

Operación Puerto: En mayo de 2006, la policía de España encontró 100 bolsas de sangre de varios deportistas y grandes dosis de esteroides y EPO en un apartamento del médico Eufemiano Fuentes. Se determinó que Fuentes tenía sangre de ciclistas como Alberto Contador, Alejandro Valverde, Iván Basso, Óscar Sevilla y Santiago Botero.

Lance Armstrong: En 2012, y luego de una fuerte investigación en Estados Unidos, Armstrong confesó que se dopó para ganar siete Tours de Francia. Le fueron retirados todos sus resultados desde 1998.


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