Todo santafereño que esté sobre los cuarenta años no da crédito a lo ocurrido el último lustro. De cosechar tristezas y derrotas durante más de tres décadas, el equipo se transformó en una escuadra que ha obtenido 3 estrellas, 3 superligas y dos torneos internacionales, además de disputar cinco Libertadores seguidas, quedando cerca de la final en dos ocasiones (semifinales en 2013 y cuartos en 2015)
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El nuevo rol de equipo ganador ha permitido que los hinchas vivamos experiencias desconocidas. La visión sobre la manera de sufrir y vivir el fútbol ha cambiado. La jerarquía adquirida en ese lapso ha permitido que el equipo gane campeonatos con esquemas ultradefensivos sin que ello sea motivo de crítica alguna.
De la misma manera, la vida ha cambiado para las directivas del club. Acostumbradas en otras épocas a penurias económicas, han vivido la etapa de gloria con beneficios económicos por las transferencias de integrantes del equipo a clubes nacionales e internacionales. Otro aspecto que ha marcado este ciclo es la escuela de recuperación de jugadores problemáticos de la cual han salido Medina, Torres, Quiñones y en la cual se encuentra su último alumno en curso, el vallecaucano Johan Arango.
Este tiempo de victoria y felicidad nos ha mostrado también la otra cara del fútbol. En un espacio donde se mueven pasiones, el ánimo de lucro de los reales dueños del espectáculo es el que prevalece. De allí que algunos “refuerzos” y la insistencia con algunos jugadores no tenga otra explicación que la necesidad de promocionarlos para vender su pase y obtener una utilidad para los propietarios de sus derechos.
En medio de esta época feliz, es pertinente recordar que el fútbol se convirtió en un negocio y los equipos en empresas que deben generar utilidades para sus dueños. El modelo Camargo del Deportes Tolima tiende a imponerse ante la incapacidad de los aficionados que no tienen voz ni voto en esa industria.
La tensión entre los deseos de los hinchas de los equipos y las motivaciones de los propietarios de los mismos se resuelve en favor de los segundos. Las cifras irreales que se mueven alrededor del fútbol en el cual un mes de salario del técnico mejor pago de la liga nacional equivale al salario de diez años de un profesor de enseñanza media del sector público, son una muestra del otro mundo en que se mueven quienes están relacionados con ese espectáculo.
El regreso a la victoria es también la bienvenida a este nuevo mundo donde prima la utilidad por encima de cualquier asunto sentimental. De vez en cuando coinciden ambos intereses pero ello solo es temporal. Es difícil aceptar que a pesar de gritar y llorar en el estadio, somos seguidores de una empresa que se debe a sus propietarios que buscan la utilidad de sus inversiones. Y pensar que alguna vez nos reímos porque un equipo de una empresa de seguros entró al campeonato profesional.
Por: Miguel Angel Garcés Villamil
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