La historia data de la noche del 10 de agosto de 1987. Todo ocurrió en el municipio de Sitionuevo en el departamento de Magdalena, cuando ocurrió un extraño suceso que marcó la vida de muchos de sus habitantes para siempre y que reposa en los escritos de un médico lugareño, que escribió cómo un objeto no identificado, gigante y metálico se posó sobre las calles del municipio y luego de eso, las autoridades investigaron y entrevistaron a todos los posibles testigos, que misteriosamente murieron o desaparecieron.
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Según el erudito, José Osorio, fue testigo de la caída de una especie de platillo en una zona rudimental… En un libro, que renombró como una novela, que por supuesto era falsa, contó que trabajaba en un puesto de salud y que ingresó a la nave y que había hologramas de colores. Que una especie de forma humana metálica se deshacía en ácidos, y que las autoridades la miraban atónitos.
Para muchos, el hecho sí ocurrió porque existieron muchos testigos que contaron las historias a sus hijos. El hombre segura, en sus escritos, que fueron divulgados por sus hijos muchos años después, que esa misma noche salió en una chalupa para ocultarse de las autoridades que no querían que se supiera lo que pasaba.
“Las autoridades ingresaron en la cabina y no daban crédito a lo que tenían frente a ellos. Un ser metálico inimaginable con forma humana, se consumía poco a poco, en sus propios ácidos autodestructivos. En el interior de aquella nave, se proyectaban hologramas tridimensionales, mostrando continentes de planetas lejanos, selva exuberante y floras extrañas. Aquel tripulante, ofreció a los recién llegados dos tubos de cristal al momento de los interrogatorio, pero huyó con una prueba”.
«La Sociedad de Ufología Caribe recalca que los escritos dejados por el enigmático medico son tan reales como los nombres de los testigos del hecho que misteriosamente murieron o dicen que no se supieron más de ellos», comenta una nota del medio AlDía.