La Organización Mundial de la Meteorología (OMM) informó hoy de que hay entre un 50 % y un 65 % de probabilidades de que La Niña sea «débil» en el tercer trimestre del año y durante los primeros tres meses de 2017.
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Esto es una buena noticia tras el fenómeno de El Niño ocurrido el año pasado y a principios de este, el más intenso jamás registrado, lo que ha contribuido a que en el mismo período las temperaturas hayan sido las mayores registradas a nivel global.
Ambos fenómenos meteorológicos son el resultado de las fases opuestas de interacción entre la atmósfera y el océano Pacífico (incremento o bajada de la temperatura del agua) y tienen efectos opuestos en el clima de diferentes lugares del mundo.
Mientras que El Niño se produce cuando hay un incremento de las temperaturas, lo que tiene diferentes efectos en cada región del mundo, La Niña contribuye a un descenso de dichas temperaturas.
Así por ejemplo, las zonas que han sufrido sequías por El Niño tienden a registrar precipitaciones por encima de la media con La Niña, o viceversa.
La Niña también se asocia con un incremento de la actividad de los huracanes en el océano Atlántico.
Históricamente, El Niño ha estado sucedido por La Niña, especialmente cuando se ha tratado de un episodio intenso, aunque no siempre ocurre, según apunta la OMM.
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Aunque La Niña es única, ciertos patrones siempre aparecen, como por ejemplo precipitaciones en el este de Australia, Indonesia, Filipinas, Tailandia y el Sudeste Asiático.
Asimismo, normalmente desencadena precipitaciones en el noreste de Brasil y Colombia, mientras que provoca sequía en Uruguay, Argentina, las costas de Ecuador y el noroeste de Perú.