Sólo Donald Trump es capaz de conseguir que buena parte de América vibre con él a las puertas de su imperio empresarial. Y sólo Trump logra, a la vez, que los vítores convivan con peinetas y gritos en su contra. Él no deja de sonreír. Y lo hace horas después de pedir disculpas por las machistas palabras grabadas en 2005. Se muestra férreo. No piensa en dimitir. Ni siquiera al ver que políticos, incluso de su propio partido, han criticado los soeces comentarios de Trump. Para Melania, su mujer, esas palabras son «inaceptables y ofensivas». No representan, dice, «al hombre que ella conoce» y espera que, como ha hecho ella, los americanos acepten las disculpas de Trump. Preocupa y mucho a los republicanos que perdonen y olviden ese escándalo las mujeres. Porque ellas representan a más de la mitad del electorado y, por ahora, prefieren a Hilary Clinton. Más tranquila está Hilary Clinton. Prepara con más calma el segundo debate. Se celebrará esta noche en una universidad de San Luis, Misuri. Todo preparado. A la espera de ver a los dos candidatos en sus atriles. Día clave. Los mensajes ya están en la calle y eso es vital, porque en el debate de hoy el público puede preguntar a los candidatos. Video/ Reuters
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