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Tikal, la productora que hace cine (y paz) en el Distrito de Aguablanca y Siloé

«Lo que hemos hecho es poner ese lenguaje en función de la construcción de tejido social, de cómo lo acercamos a la realidad cotidiana de la gente». EDUARDO MONTENEGRO, DIRECTOR TIKAL PRODUCCIONES.

La paz se construye a través de un lente. A través de un cortometraje realizado por vecinos. A través de un documental hecho con plata recogida a punta de la venta de empanadas. A través de una función de cine en el parque del barrio. La paz se construye entre todos.

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Bajo esta consigna se articula Tikal Producciones, una empresa audiovisual que nació hace 12 años en Siloé y que desde entonces ha puesto el foco en trabajar en los barrios más populares de la ladera y el oriente de Cali, con la gente, en las esquinas. Con la comunidad y para la comunidad.

“En ese ejercicio de hacer conjuntamente con la gente se logra reconocer la importancia de la construcción de la memoria, el ejercicio en relación con la convivencia, la solidaridad y la paz, y también con el desarrollo local y los procesos organizativos”, explica Eduardo Montenegro, realizador audiovisual y director de Tikal.

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Desde la productora, Eduardo y un puñado de amigos realizan talleres de enseñanza audiovisual con niños, jóvenes y adultos; hablan sobre la parte teórica y conceptual de la imagen en movimiento y enseñan a manejar cámara y micrófono. No obstante, cuenta el realizador, esa parte técnica “no ha sido un problema” en los barrios.

“La gente tiene una cercanía con las telenovelas y los realities. Ya tienen una familiaridad con el lenguaje cinematográfico desde su experiencia como espectadores. Realmente lo que hemos hecho es poner ese lenguaje en función de la construcción de tejido social, de cómo lo acercamos a la realidad cotidiana de la gente”, dice Montenegro.

El ejercicio en las comunidades es recrear sus propias historias a través de la cámara. Contar lo que pasa en sus barrios, sus procesos sociales y de identidad cultural. Es una apuesta por el reconocimiento propio y el entendimiento del otro, de aquello que los hace únicos entre la diversidad.

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“Es una apuesta política que nosotros tenemos. Creemos que es importante que las mismas comunidades cuenten sus historias porque también yo viví y mi familia todavía vive en Siloé y digamos que hay un ejercicio de estigma de estos barrios: la poca información que sale es sobre lo malo”, anota Montenegro.

Entonces aparecen el video y el cine comunitario como una herramienta para narrar lo positivo, eso que también está pasando en Siloé, en el Distrito de Aguablanca o en cualquier otro barrio llamado “marginal” en Cali.

“Ahí se cuentan los sueños que tienen los niños, los adultos, los adultos mayores, los jóvenes de estos barrios. Sueños que también ayudan a construir ciudad, porque, por ejemplo, todos los días desde el Distrito salen mujeres a trabajar en casas de familia, a trabajar en los bancos, a hacer el aseo en empresas y son cosas que no se reconocen. Todos los días desde las laderas de Cali salen hombres a trabajar en la construcción o de vigilantes y eso tampoco se resalta”, dice el realizador.

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Esos sueños se materializan en piezas audiovisuales que se pueden ver en Youtube: documentales sobre cómo crecieron los barrios, sobre los líderes comunitarios, sobre las ‘gualas’, sobre los grupos musicales que nacen en la comuna, sobre las fiestas propias de las cuadras y sobre cómo las madres levantan a sus hijos solas. Sobre la vida en esa Cali que muchos prefieren ignorar.

Las pequeñas películas barriales se proyectan también entre la comunidad, en las canchas de baloncesto o en cualquier antejardín, mediante una iniciativa de Tikal llamada ‘Cine al Barrio’, con la que incluso, en el último mes, se ha proyectado en algunos de los barrios más alejados de la ciudad el filme ‘Los Hongos’, del director Óscar Ruiz Navia.

“A las proyecciones suelen ir entre 80 y 200 personas. Entre ‘Cine al Barrio’ y los talleres audiovisuales, yo calcularía que hemos impactado o beneficiado a más de 1500 personas de la ladera y del oriente de Cali”, calcula el director.

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Los esfuerzos de Tikal y de las cientos de personas que han puesto su talento natural para hacer cine en las calles de Cali han dado sus frutos: trabajos como ‘Matachinde’, ‘Women’s Ghetto’, ‘Sin territorio no hay vida’, ‘Gualas’ o ‘La Resbaloza’ han obtenido distinciones en los premios Semana Petrobras, en los Alfonso Bonilla Aragón y hasta en los India Catalina.

“Si tú vas a Siloé o si vas a Terrón Colorado vas a ver las gradas, la escuela, la iglesia y cuando preguntes cómo se construyeron la gente te va a decir que a partir de mingas, vendiendo empandas, haciendo bingos bailables, de muchas formas organizativas que la gente ha llevado a cabo durante muchos años. Así como son construidos los barrios y como hacemos las películas, creemos que se construyen la convivencia y la paz: la única posibilidad es que lo hagamos conjuntamente, que lo hagamos entre todos”, explica Montenegro.

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