El mundo entero espera el estreno de Batman vs. Supermán, la superproducción de Hollywood en la que se han invertido 250 millones de dólares. Es difícil encontrarle la gracia a una historia así, salvo que usted tenga doce años, ahí sí es entendible.
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Pero con todo lo que se ha movido, todo lo que suena, con Ben Affleck como Batman y con todo el peso y empuje de DC Comics y Warner Bros, el conflicto entre los dos superhéroes más famosos de la historia suena a poco si lo comparamos con el de Taxi y Uber, cuyo último capítulo tuvo escena la semana pasada en Bogotá con el paro de taxistas.
No se trata de decir unos son los buenos y otros son los malos, ni de afirmar que qué delicia montar en Uber y qué incierto, incómodo y hasta peligroso andar en taxi. Como en los diálogos de paz en La Habana, donde el problema no son las Farc, acá el problema no son los taxistas, más allá de que sus actitudes hayan sido equivocadas o acertadas. El problema es el sistema, la corrupción, la sociedad que nos hemos inventado. Son los cupos de casi 100 millones de pesos para manejar un carro de 30, la inoperancia del Gobierno para solucionar el problema, la actitud de los taxistas de sentirse dueños de la calle y de la manera en que debemos transportarnos los habitantes de Bogotá. Tienen derecho a trabajar, tienen derecho a reclamar su derecho al trabajo, pero se equivocan en sus formas y se están enfrentando con quien no toca: el usuario.
Hablen con sus líderes, con el Estado, con los entes que los regulan, ese es el enemigo. Han hecho unas reglas que en muchos casos son desventajosas para ellos y lo peor es que no se dan cuenta. Uber no cuenta con el favoritismo de las personas por su linda cara, sino porque presta un servicio de calidad y, desde una posición muy cómoda, ha sabido encontrar un vacío en el negocio. De hecho, es Uber el gran beneficiado de todo este caos y no debería ser así. Bien nos debería ir a todos, no solo a un sector.
No sé ustedes, pero yo ya estoy cansado de las peleas, de los desmanes, del «para allá no voy», de que Uber es ilegal y de la ministra de Transporte posando de que está haciendo algo. Se victimizan los taxistas, nos victimizamos los usuarios, pero pocos hacen el intento de acercarse y entender al otro. Ya es hora de coger el asunto de frente, asumir nuestras responsabilidades en el tema y salir con una solución, porque con todos los problemas que tiene Bogotá, el del transporte no puede ser uno más. A este paso no va a haber Batman ni Supermán que nos salven.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.