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Nueva York quiere rodar y rodar

Nueva York, 17 ago (EFE).- Aunque interrumpa el tráfico y moleste a los vecinos, Nueva York tiene claro que el rodaje de películas y series en sus calles tienen una repercusión positiva en el turismo y la economía, algo en lo que trabaja la iniciativa «Made in NY» y que en 2012 se ha traducido en ingresos de 7.100 millones de dólares.

«Las películas rodadas en la ciudad de Nueva York generan puestos de trabajo bien pagados a los neoyorquinos, favorecen a los negocios locales y promueven Nueva York como un destino turístico», asegura en una entrevista con Efe Marybeth Ihle, del Departamento de Medios y Entretenimiento del Ayuntamiento de Nueva York, que ha lanzado la campaña de promoción de rodajes «Made in NY».

Hasta los años sesenta, rodar en la ciudad requería pasar por hasta cincuenta permisos oficiales. Incluso Alfred Hitchcock tuvo que rodar los exteriores de la ONU en 1959 para «North by Northwest» escondido en una furgoneta de limpieza de moquetas.

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Pero en 1966, el entonces alcalde de la ciudad, John V. Lindsay, viendo los beneficios que la industria del cine generaba en California, incluyó en su programa electoral la promesa de convertir Nueva York en una «ciudad de cine» a través del Departamento de Cine, Teatro y Retransmisiones, que todavía hoy funciona.

«El primer contacto que tiene mucha gente con la ciudad es el cine y la televisión y ello les hace venir a visitarla», explica Ihle.

El cine de Woody Allen y Martin Scorsese, la trilogía de «The Godfather» o la serie «Sex and the City», efectivamente, han tatuado en la retina las estampas de Manhattan o de Brooklyn, y el departamento lanzó para demostrarlo el libro «Scenes from the City», como conmemoración de sus 40 años de funcionamiento.

El alcalde Michael Bloomberg retomó la labor de Lindsay y perfeccionó su técnica. Por un lado, ha mejorados las cifras. Desde 2002, los ingresos directos anuales generados por estos rodajes han subido en 2.000 millones dólares y en 2012 el sector empleó a 130.000 neoyorquinos, 30.000 más que en 2004.

Pero también ha ofrecido cursos de formación, charlas con profesionales, hace un seguimiento para que se cumplan las condiciones y el respeto a la comunidad, ha creado los premios Made in NY (este año reconocieron a Alan Cummings, Spike Lee y los hermanos Weinstein entre otros) y ha creado una línea de mercadotecnia con el logo de la iniciativa.

Estos meses, además, ha empapelado las estaciones de metro y las vallas publicitarias con los carteles de la iniciativa, con la cláusula «Film is Good for NYC» y basándose en el dato de que este sector dejó 400 millones de dólares en impuestos en la ciudad.

Todo tipo de películas caben en Nueva York. En 2013 se han rodado «The Amazing Spider-Man 2» o la revisión de «Las tortugas Ninja», y estos días se ven las claquetas de películas tan distintas como la nueva obra de Peter Bodganovich, «Squirrels to the Nuts», con Jennifer Aniston, o la adaptación de «Cymbeline» de Shakespeare, con Mila Jovovich y Ethan Hawke.

«Este departamento también está comprometido con la diversificación del entretenimiento en la ciudad, que es la manera más precisa de demostrar la diversidad de nuestra población», asegura Ihle, quien recuerda que Nueva York, por sus facilidades, también funciona como decorado para recrear Chicago (en la serie «The Good Wife») o Atlantic City (en «Broadwalk Empire»).

Turismo, cine y espíritu neoyorquino han coincidido en los últimos meses en la celebración del 125 aniversario del restaurante Katz’s, cuya popularidad se vio propulsada por la escena que se rodó en una de sus mesas: el famoso orgasmo de Meg Ryan en «When Harry Met Sally».

O en el estreno de «Frances Ha», de Noah Baumbach, llamada a convertirse en la «Annie Hall» del siglo XXI para la nueva generación, o en el ciclo del Museo de la Imagen en Movimiento, que proyecta películas rodadas en Nueva York durante los años setenta, como «Serpico», «French Connection» o «A Dog Day Afternoon».

Eso sí, no hay ningún interés en competir con Hollywood y en Nueva York reivindican que su tradición cinematográfica empezó en 1908, cuando J. Stuart Blackton rodó en Brooklyn «The Thieving Hand».

«Nueva York ha sido desde hace muchísimos años el sitio favorito de los cineastas para traer su visión artística de la vida, para encontrar inspiración en su gente y su arquitectura. Lo mejor de rodar en Nueva York es que ofrece algo diferente a cada uno», concluye Ihle.

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