El deprimido barrio de San Francisco en Cartagena de Indias vivió hoy un «carnaval religioso» con la visita del papa que lleva su nombre, y al que le pedían, entre aplausos y risas, que les diera esperanza.
En los minutos previos a la llegada del máximo jerarca de la Iglesia Católica, la emoción se apoderó de los habitantes de esta comunidad, que hizo gala de su influencia afrodescendiente y a ritmo de champeta, un género musical originario del Caribe, se unieron a este pedido.
«Francisco», gritaba el cantante mientras el público contestaba con una alegre «Eh», y luego se juntaban en «dale esperanza a Cartagena».
«Francisco/ Eh/ Francisco/ Eh/ dale esperanza a Cartagena», retumbó varios minutos para amenizar el ambiente en el que ancianos, niños, hombres y mujeres de todas las edades celebraban esta visita.
El júbilo se desbordó cuando apareció la figura blanca del sumo pontífice antecedido por una fila de motocicletas y una caravana de vehículos, entre ellos un autobús con parte de la comitiva papal desde el que, según dijo un lugareño, descendían los «gringos» (extranjeros).
«Esto es un carnaval», aseguró otro de los asistentes, mientras un integrante de un cuerpo de socorro, al ver la alegría de la gente, no dudó en afirmar: «quieren más al papa que al presidente».
Decenas de teléfonos celulares se alzaron al paso del pontífice, mientras en el parque central, al frente de la humilde iglesia de la parroquia San Francisco de Asís empezaba un homenaje al que asistieron las niñas y adolescentes del programa Talitha Qum, vestidas con camisetas rosadas y faldas de color lila que resaltaban con el hermoso color moreno de su piel.
«Estamos en una de las zonas más pobres de la ciudad», afirmó el sacerdote Elkin Avecedo Carrasquilla, párroco de San Francisco, quien dio al sumo pontífice la «bienvenida a los barrios de la periferia de la ciudad».
Y tras un acto más corto que lo esperado por los asistentes, el papa subió al papamóvil y se despidió saludando a todos.
«Lo trajeron, pero bien corriendo», se lamentó Zaraí Ortega, una cartagenera que vino desde el barrio Bruselas, situado a las afueras de la ciudad, para ver al pontífice.
Aunque se dijo «bendecida», esta mujer, que vestía una camiseta blanca con la imagen del papa, admitió que «esperaba un poquito más» y echó en falta que rezara el Ave María.
San Francisco es una barriada que se extiende paralela a la pista del aeropuerto internacional Rafael Núñez, la principal puerta de entrada a esta ciudad para miles de turistas internacionales, ajena a las atractivos y lujos de la Cartagena acomodada.
En 2011, fue tema de diversas noticias cuando cerca de 700 familias perdieron sus viviendas que empezaron a agrietarse por una falla geológica aunque hay versiones que atribuyen este hecho a que este terreno, donde en los años 60 del siglo pasado funcionaba un basurero, empezó a ceder debido a las intensas lluvias.
Pero además San Francisco padece problemas de pandillas, drogadicción y muchos más asociados a la pobreza.
Consultado sobre esta visita, Ramón Ahumada, del secretariado de la pastoral social de la Arquidiócesis de Cartagena, consideró que «demuestra la misión que tiene el papa Francisco con los más necesitados, los más vulnerables».
«Lo esencial que tiene Cartagena es su gente y este es un barrio popular, donde hay muchas dificultades, muchas circunstancias y el papa quiso visitar este barrio y nosotros estamos aquí acompañándolo», agregó.
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