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Así afecta el alcohol el cuerpo a los 30, 40, 50 y después

El exceso en la ingesta de las bebidas embriagantes provoca que después de los 30 años se sientan una gran cantidad de malestares.

Hay una frase que reza: “Los años no pasan en balde”, la cual no podría estar mejor aplicada que en el consumo del alcohol.

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¿Alguna vez han mencionado o escuchado quejas de su duración en la fiesta?

“Ya no aguanto lo mismo”, “Antes me despertaba al otro día y seguía tomando sin problema”, “Antes me iba a trabajar sin broncas, después de dos o tres días de salir en la noche” y “Ya no es lo mismo”, son algunas de las famosas frases de las personas que han rebasado los veintes.

Desafortunadamente, lamentamos decirles que esos cambios son sólo el principio.

La ingesta de alcohol cambia a las personas

La edad, así como la continua ingesta de alcohol modifican a las personas.

De hecho, las bebidas embriagantes hacen que luzcan más viejas, debido a que la piel se vuelve más seca.

El mejor ejemplo es compararlo con lo que sucede con el Sol. Mientras una persona se expone más a éste, es más probable que le cause más daño, y tenga un mayor número de manchas y arrugas con el paso del tiempo.

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Con el alcohol pasa lo mismo, ya que los años hacen que el individuo tenga menos agua en el cuerpo y, además, las bebidas embriagantes por sí solas ocasionan una mayor deshidratación.

Así, si la persona halla que el alcohol en estos momentos de su vida lo afecta de forma muy diferente a como lo hacía cuando era más joven, es porque la forma en que su cuerpo lo procesa es una de las muchas cosas que se modifican con el aumento de la edad.

Más deshidratación

“A medida que se envejece se tiene menos agua en el cuerpo y, por razones que no están del todo claras, también se siente menos sed. Eso hace que las personas mayores sean más propensas a estar deshidratadas. Beber alcohol puede sacar más agua del cuerpo y aumentar aún más sus posibilidades de deshidratación”, explica Leslie Ludwing, especialista endocrinóloga del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, a Infobae.

De esta forma, la capacidad para recuperarse de una noche de mucha ingesta de alcohol se comienza a reducir después de los 30 años de edad.

Y es que la forma en que el alcohol afecta la salud de los consumidores depende de la frecuencia y la cantidad en que beben.

Las consecuencias de abusar del alcohol pueden ser catastróficas. Así como por fuera se nota el envejecimiento de la piel, también se pueden afectar a órganos internos como los riñones o el hígado.

Otros problemas

Además, cada bebida alcohólica va directo a la cabeza, o por lo menos al cerebro. Entonces, el consumo en exceso durante un lapso prolongado puede encoger las células cerebrales y provocar daño cerebral relacionado con el alcohol y ciertos tipos de demencia.

Hay otros problemas entre los que se encuentran falta de juicio, organización o control emocional, dificultad para mantenerse concentrado y problemas de ira.

Así, a los 40 años es cuando una persona comenzará a ver los impactos que el alcohol ha hecho en su cara.

Sin embargo, hay algunas sensaciones que influyen en la adicción al alcoholismo.

Algunas personas que beben pueden darse cuenta que no sienten dolor a medida en que se vuelven más viejos.

“Se debe principalmente a que nuestros cuerpos ganan grasa y pierden músculo en la vejez y nos lleva más tiempo descomponer el alcohol y sacarlo de nuestro sistema. También puede hacer que las resacas duren más”, indica Marçia Álvarez Rueca Salva, endocrinóloga del Hospital de Huesca.

Ya hacia los 50 años, las interferencias del sueño pueden volverse cada vez más pronunciadas.

A la larga las bebidas embriagantes pueden ejercer una presión negativa en diferentes partes del cuerpo del individuo.

Desde liberar hormonas del estrés, acelerar el envejecimiento, dificultar el funcionamiento del sistema digestivo, desnutrición, deshidratación y una mala apariencia física, son algunas de las consecuencias por el uso excesivo del alcohol.

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