El año 2014, Amy Butler se convirtió en la primera mujer en dirigir la famosa Iglesia de Riverside en Manhattan. Con lo que su carrera iba en ascenso.
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Según el New York Times, la mujer se unió así a una “distinguida línea de pastores en una de las congregaciones protestantes preeminentes” en EEUU.
Sin embargo, su tiempo a cargo de Riverside terminó antes de lo que pensaba. Luego de acusaciones de mala conducta y acoso.
El episodio que terminó detonando su salida ocurrió el pasado 15 de mayo. Durante un viaje a Minneapolis para la edición número 27 del Festival of Homiletics.
Dos ministros que la acompañaron presentaron un reclamo formal contra la “Pastora Amy”. Asegurando que los llevó a un sex shop llamado Smitten Kitten.
A uno de ellos, una mujer de 40 años, le compró un vibrador de 200 dólares y además adquirió para ambas otras artículos. La ministra dijo que no los quería pero terminó aceptando por miedo.
Amy quiso regalarle un juguete sexual a otro ministro, pero éste se negó, afirma New York Post.
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Los detractores de la Reverenda aseguran que el episodio en el sex shop sólo fue la gota que rebalsó el vaso. Ya que tenía un historial de denuncias de mala conducta. Además, La “filosofía y estilo de liderazgo” de la pastora chocaba “con una iglesia cuya cultura seguía siendo profundamente tradicional”.
Por su parte, quienes apoyan a Amy, afirman que su despido se debe a la postura que tenía en casos de hostigamiento, sexismo y acoso sexual. Esto, ya que siempre buscó un mejor trato para las mujeres y las minorías.
Después de que saliera a la luz el despido y las acusaciones cruzadas, un abogado que representa a la iglesia entregó un comunicado a los medios indicando Amy y Riverside “decidieron mutuamente no renovar su contrato”.