Dicen que los perros son los mejores amigos del hombre, pero muchas veces esa amistad no es correspondida. Esto lo demuestra la maldad con la que actuó el dueño de una perrita discapacitada en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Y lleva a cuestionarse si en realidad somos capaces de entregarles a estos animales todo el cariño que ellos nos dan.
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El caso de maltrato animal, difundido a través de los medios locales, ha provocado indignación. Luego de que Manono Makhaphel; director de la secundaria Luhlaza Khayelitsha, enviara a sus trabajadores a que enterraran vivo al animal que vivía en el establecimiento; por considerarla una «molestia»; ya que sus patas traseras estaban paralizadas.
Los trabajadores cumplieron con el horrible encargo, aunque dejaron su cabeza fuera de la superficie para que pudiera respirar.
Adicionalmente los gritos, aullidos y lamentos del animal fueron escuchados por la funcionaria de limpieza del colegio; quien decidió llamar a la Clínica de Animales Mdzanada, para pedir ayuda.
Trabajadores de la clínica le dijeron en el contacto telefónico cómo proceder para rescatar al animal y a dónde llevarla para que pudiera recibir ayuda.
Historia de superación
Finalmente Lily, nombre que recibió tras su rescate, comenzó a recuperarse. Ganó peso, masa muscular, y tras un arduo trabajo, encontró una nueva familia con Helen Walne, voluntaria de la clínica que ayudó en su rehabilitación.
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Pese a que han pasado un par de años desde que se conoció su caso y a que su agresor no fue enviado a la cárcel por el caso de maltrato, su historia ha inspirado a todo el mundo para continuar con la labor de eliminar la violencia contra los animales en el mundo.