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Abrió en Denver la primera iglesia dedicada al consumo ritual de la marihuana

La primera iglesia dedicada en Estados Unidos y posiblemente en el mundo al consumo de cannabis con propósitos espirituales abrió sus puertas en Colorado, el primer estado del país donde se permitió consumir marihuana con fines recreativos.

(Marc Piscotty/AFP)

Sin un libro sagrado ni jerarquías eclesiásticas, la Iglesia Internacional del Cannabis (ICC) es un foco para «personas de todo el mundo que quieren ser parte de una organización que acepta el uso de cannabis en el viaje personal de búsqueda de significado», explicó a Efe Lee Molloy, uno de sus tres fundadores.
La apertura oficial de la nueva iglesia se realizó este jueves 20 de abril, una fecha popularmente asociada con el consumo de marihuana y elegida, dijo Molloy, porque «es fácil de recordar».

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Este particular templo está alojado en un edificio de principios del siglo XX donde alguna vez estuvo una iglesia luterana, al sur de la ciudad de Denver, y para pertenecer a la congregación hay que hacer una donación que sirve como pago de una membresía.

063_670833952.jpg (Marc Piscotty/AFP)

Es «un lugar de reunión para quienes necesitan apoyo para su viaje espiritual» y donde no se juzga a nadie, dijo Molloy.

Los miembros de la nueva iglesia se denominan a si mismos «elevacionistas», porque el consumo ritual de cannabis «eleva nuestras mentes hasta alcanzar la mejor versión de nosotros mismos».

Uno de los principios fundamentales de los «elevacionistas» es considerar la flor del cannabis como un «regalo de la Fuerza Creadora Universal», puntualizó Molloy.

063_670833886.jpg (Marc Piscotty/AFP)

Otra creencia que deben aceptar los «elevacionistas» es que el voluntariado es mejor que la oración para lograr que el mundo llegue a ser un lugar mejor.

«Todos son bienvenidos y todos pueden seguir su propio camino siempre y cuando recuerden vivir según la Regla de Oro», agregó Molly en referencia a la enseñanza cristiana de amar al prójimo.

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Mañana las puertas del templo estarán abiertas para todos quienes quieran participar en la inauguración, pero a los servicios religiosos que se celebren a partir de entonces solo podrán asistir los miembros de la congregación.

Para obtener una membresía basta realizar una donación en línea a favor de la remodelación y restauración del edificio donde ahora opera la iglesia, que necesita reparaciones por una cantidad cifrada hasta ahora en 100.000 dólares.

La restauración incluye pinturas en las paredes y en el techo de la capilla realizados por el graffitero español Okuda San Miguel, renombrado por sus trabajos de remodelación de iglesias.

Por medio de triángulos de distintos y vivos colores que forman a la vez un arco iris y rostros de animales, propio de su estilo, «(San Miguel) ha creado un espacio de inspiración y elevación para que la congregación participe de los sacramentos o simplemente medite en silencio», comentó Molloy.

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ICC ya ha recaudado casi la tercera parte de ese monto gracias a las contribuciones de poco más de 90 nuevos miembros y se espera haber conseguido la cantidad total dentro del primer mes de operaciones de la nueva iglesia, según Molloy.

Además de completar la restauración de la capilla, la otra prioridad será que el edificio sea accesible para personas con discapacidades, especialmente veteranos y pacientes de marihuana medicinal.

Como parte de las celebraciones, la nueva iglesia ofrecerá, además de entretenimiento apropiado, «seminarios educativos de elevación» con temas relevantes a la intersección de cannabis y espiritualidad.

Uno de esos seminarios se enfocará en el «derecho constitucional a practicar la religión», incluido en la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.

La iniciativa de crear una iglesia dedicada al cannabis ha generado todo tipo de respuestas y reacciones, desde quienes lo consideran una parodia o falta de respeto de la religión tradicional, hasta quienes afirman que las actividades de ICC tendrán un impacto negativo en un vecindario que ha cambiado relativamente poco durante el último medio siglo.

Para Molloy, la controversia no debería existir ya que, según él, «el cannabis es un sacramento, el Sacramento de la Flor Sagrada» ya que, consumido ritualmente, «acelera y profundiza el autodescubrimiento y la conexión con la fuerza creativa universal».

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