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Bernie Sanders apareció en el escenario del Wells Fargo Center, en Philadelphia, y el público estalló de emoción. Fue sin duda el más aclamado de la noche del lunes en la primera sesión de la Convención Nacional Demócrata. Sus seguidores no estaban del todo dispuestos a lanzar un voto a favor de la candidata oficial demócrata, Hillary Clinton.
Y es que si bien el senador por Vermont y exaspirante presidencial endosó a Clinton y en su discurso en la convención afirmó de nuevo que ella tiene que ser la próxima presidenta, el mensaje es que la “revolución política” continúa. La lucha no termina y el Partido Demócrata y la nación se tienen que transformar.
Su discurso no ha variado de los anteriores a partir del endoso a Clinton. Básicamente enumera las partes en las que llegó a cuerdos de campaña y plataforma de gobierno con Hillary –como el plan de salud universal y matrícula gratis para estudiantes de familias de que ganen 135 mil dólares o menos.
También enfatizó las causas que quedan pendientes y por las cuales la lucha continúa. Se refiere a detener el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica que desde el punto de vista de Sanders, protege a las corporaciones multinacionales, afecta a los trabajadores y amenaza con impactar las comunidades más pobres alrededor del mundo.
Pero para sus simpatizantes aún no queda claro cómo van a continuar con la llamada revolución con Hillary Clinton si su candidato preferido es él.
La confusión es válida y el sentimiento de resistencia también. En sólo un par de semanas, Sanders cambió el tono de su discurso para diseñarlo a favor de Hillary y sus seguidores aún no lo internalizan. Para ellos, Sanders se resignó y ahora tienen que escoger entre dos males inevitables. Por un lado, Trump sería un suicidio a la nación, y por el otro, con la exsecretaria de Estado hay muchas posibilidades de negociación, como bien se ha visto en las últimas semanas.
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Se trata, por supuesto, de un juego de conveniencia, una estrategia política. Hillary no podría ganar sin los votos de Sanders y por otro lado el senador social-demócrata avanza -al menos en teoría– alguna de sus propuestas. Pero algo bueno ha surgido y es innegable, que la plataforma del Partido Demócrata es una progresista en crecimiento y que contrasta en gran medida con una totalmente conservadora del lado republicano.
En las calles del centro de Philadelphia es fácil encontrar personas con camisetas de Bernie o alguna insignia que lo represente. Varias manifestaciones a su favor ya se han reportado. No es raro, pues Sanders logró el 43 por ciento de los votos en Pennsylvania y a la ciudad sede de la convención han llegado miles de ciudadanos de todos los estados para participar de la convención que están a favor de Sanders. Fueron alrededor de 12 millones de personas las que votaron por el senador, logrando victorias en 22 estados con alrededor de mil 900 delegados.
Al final de su discurso, tras un llamado a la unidad y apoyar la candidatura presidencial de Clinton, el senador fue despedido con una gran ovación, muestra de que de algún modo el partido se encamina a la unidad. Aunque en la calle, a Hillary aún le basta mucho por hacer para ganarse el voto de los seguidores de Sanders.
La presencia del senador junto a Clinton podría ser crucial en los próximos tres meses y medio antes de elección presidencial en noviembre.