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¿Se imaginan si el dióxido de carbono que sale de una fábrica se convirtiera en piedra? ¿Cómo beneficiaría a toda una ciudad, a un país o al mundo? Pues esto podría ser realidad en un futuro y ya sucede en una remota región de Islandia, un diminuto país de apenas 330 mil habitantes ubicado en el Océano Atlántico.
Trata de un proyecto llamado «CarbFix» que consiste en bombear el CO2 proveniente de una fábrica con agua cerca de piedras volcánicas, lo que hace que el dióxido de carbono se convierta en una -sólida e inmóvil- piedra caliza.
Esto no es todo. Lo que más sorprende a los investigadores es la velocidad con la que ocurre este proceso: solo cuestión de meses. Nada más.
«De nuestras 220 toneladas de CO2 ‘inyectado’, el 95% quedó convertido en piedra caliza en menos de dos años«; explicó Juerg Matter, investigador de la Universidad de Southampton, en Reino Unido y autor del estudio.
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El proyecto comenzó a funcionar en 2007 en la central geotérmica Reykjavik Energy, que es una de las mayores productoras de energía geotérmica en el mundo. La planta de Hellisheidi emite al año cerca de 40 mil toneladas de dióxido de carbono al año. Para poder compararlo, en todo Estados Unidos se emiten más de cinco mil millones de toneladas de CO2 anualmente, de acuerdo a datos del periódico «The Washington Post«.
Una nueva batalla contra el calentamiento global
El incremento en la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha sido un factor determinante para el aumento de las temperaturas mundiales. Los investigadores están cada vez más interesados en soluciones, como esta, denominadas «captura y almacenamiento de carbono».
Uno de los principales temores que esto provoca es que el CO2 eventualmente encuentre una manera de regresar a la atmósfera; algo que se vería solucionado con el proyecto «CarbFix», ya que el carbono quedaría solidificado y no podría escapar.
«Esto significa que podríamos bombear grandes cantidades de CO2 y almacenarlo de una forma muy segura en un periodo muy corto«, explica Martin Stute, integrante del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, en entrevista con la cadena británica «BBC«.