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Luces y sombras de ser la mayor puerta comercial entre México y EE.UU.

Laredo (EE.UU.), 30 mar (EFE).- A la ciudad estadounidense de Laredo (Texas) tener del otro lado del río a la localidad mexicana de Nuevo Laredo (Tamaulipas) la ha convertido en la principal puerta de mercancías de la frontera entre ambos países. Pero su economía también lidia con el estigma de la violencia y la contratación clandestina.

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En el único puente de acceso a Estados Unidos para peatones de Laredo, Lilia y su hija esperan veinte minutos para enseñar a los agentes fronterizos su permiso de cruce, que les permite comprar en la ciudad y moverse hasta 25 millas de la frontera: «Venimos a pasearnos y a ver tiendas», cuenta esta vecina mexicana.

«Todos los clientes son mexicanos», asegura ya en territorio estadounidense Ingrid, una adolescente que despacha en una tienda de electrodomésticos a un minuto de la aduana y comprueba, detrás de un cristal, las tarjetas de identificación de los clientes al pasar por caja.

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En estas callejas de bazares, tiendas de ropa y perfumerías, el único supermercado se convierte en el punto vital: muchos van con carretas y maletas para cargar las compras, hay cabinas telefónicas para hacer llamadas a familiares en EE. UU. y se cuentan por metros las estanterías dedicadas al pan de molde, salchichas de Frankfurt y las patatas chip.

Más al norte de la ciudad, centros comerciales con marcas de ropa cara atienden al mexicano que cruza en vehículo privado, a menudo en familia y con frecuencia llegados de Monterrey, lo que implica un par de horas de carretera y puede conllevar un par más en la aduana.

Por los diferentes puentes que conectan Nuevo Laredo y Laredo sobre el río Grande, que marca la frontera entre ambos países, pasaron hacia el norte en enero 436.842 vehículos particulares, 281.183 peatones, 124.330 camiones y 21.758 vagones de tren, según el Texas Center for Border Economic and Enterprise Development.

Ninguna de estas cifras sería posible sin el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que cumple este año dos décadas y eliminó los obstáculos comerciales entre México, Estados Unidos y Canadá.

«Si hay una ciudad de EE.UU. donde se pueda mostrar lo positivo del tratado, es Laredo», asegura a Efe Miguel A. Conchas, presidente de la Cámara de Comercio de la localidad fronteriza.

Laredo es el principal paso de mercancías entre EE. UU. y México, con un especial protagonismo de la industria del automóvil. El año pasado circularon por aquí, en ambas direcciones, mercancías por valor de 180.000 millones de dólares.

El principal puerto terrestre de Estados Unidos conecta las rutas comerciales desde Ciudad de México y Guadalajara a través de Monterrey, con Dallas, Houston, Los Ángeles y Denver.

Sin embargo, estar en la frontera también produce sombras para la economía. Cerca de la aduana hay locales abandonados, algún hotel desierto y centenares de estacionamientos vacíos.

En la última década -cuentan los locales- los estadounidenses de Texas y más allá han dejado de visitar Laredo y cruzar a México para comer, comprar y bailar: frontera e inseguridad van ahora de la mano en la percepción de muchos.

Al sur del río, en Nuevo Laredo, como en otras partes del norte de México, la violencia vinculada a los cárteles de la droga se disparó, hasta el punto de que en 2012 se produjeron los episodios más crueles de la guerra de los cárteles de Sinaloa y el Golfo contra Los Zetas y aparecieron en la ciudad decenas de cuerpos asesinados.

Al norte del río, la inseguridad en México es un tema recurrente y muchos vecinos suelen acabar diciendo que «hasta hace bien poco, se oían las balaceras desde aquí».

Las autoridades locales insisten en los numerosos cuerpos de seguridad que protegen en suelo estadounidense y el alcalde, el demócrata Raúl G. Salinas, subraya que el año pasado tan solo se registraron tres homicidios en Laredo y ninguno de ellos vinculado al narcotráfico o las pandillas, sostiene.

«Lo que dicen personas irresponsables sobre la frontera afecta a las ciudades fronterizas como la nuestra», dice a Efe el alcalde. «Ahora no quieren venir enfermeras, doctores, educadores, y menos traer a sus familias».

Por la falta de mano de obra, algunos empresarios locales justifican la presencia normalizada de trabajadores indocumentados en una ciudad que ha crecido un 56 % en poco más de una década.

En la Cámara de Comercio, Miguel Conchas, responde dos veces que «pasa en todo Estados Unidos», pero en Texas Rio Grande Legal Aid, una entidad que ofrece asistencia legal gratuita, ven que la economía local abusa por el hecho de tener mano de obra más barata unos metros más al sur.

«La existencia de trabajadores indocumentados afecta al trato que reciben los empleados legalmente contratados», explica a Efe Israel Reyna, gerente y abogado en la oficina legal en Laredo, que habla de una depreciación de los salarios y condiciones laborales.

El hecho es que, entre los que cruzan desde México con permisos únicamente para consumir en Estados Unidos, está aceptado que también se cruza para ir a trabajar de manera clandestina.

No en vano, algunos vecinos mexicanos cruzan conscientes de los turnos de los agentes, con una bolsa de la compra y con dinero en efectivo. Todo para demostrar que, aunque se cruce a diario, se cruza para comprar. Damià Bonmatí

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