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Yanukóvich cede a las presiones y reformará el gobierno ucraniano sin renunciar a mano dura

Kiev, 24 ene (EFE).- El presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, cedió hoy a las presiones de la oposición y la comunidad internacional para que reforme el Gobierno y modifique las recién aprobadas leyes «dictatoriales», aunque se negó a renunciar a la mano dura contra los manifestantes.

«Algo se hizo mal. Reestructuraremos el Gobierno para encontrar al mejor equipo de profesionales que trabaje en interés del Estado ucraniano», anunció Yanukóvich durante una reunión con líderes religiosos.

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Han hecho falta más de dos meses de multitudinarias protestas antigubernamentales y proeuropeas, cuatro días de violentos enfrentamientos callejeros y la muerte de varios manifestantes para que Yanukóvich accediera a introducir cambios en el Gobierno.

No está claro que esa medida satisfaga a la oposición, cuya principal demanda ha sido siempre la dimisión en pleno del Ejecutivo de Nikolái Azárov, pero el relevo de los ministros más impopulares, como el titular de Interior, calmará a buen seguro los ánimos en Kiev.

Yanukóvich también adelantó que la Rada Suprema (Legislativo) modificará el controvertido paquete de leyes aprobadas el pasado de 16 de enero, detonante del estallido de los desórdenes de los últimos días en Kiev.

Esa demanda fue planteada tanto por la oposición, que acusa a Yanukóvich de querer implantar un estado policial al limitar la libertad de expresión y reunión, como por Occidente, que llamó a Kiev a respetar los derechos cívicos de sus ciudadanos.

«Llegaremos a soluciones de compromiso con la oposición. Votaremos esos cambios en las leyes y dejaremos atrás estas cuestiones. Lo primero que queremos hacer es poner fin a la violencia y al derramamiento de sangre», explicó.

Además, anunció que todos los detenidos en los disturbios «que no hayan cometido delitos graves» serán amnistiados y puestos en libertad.

No obstante, advirtió de que las autoridades no vacilarán en recurrir a la mano dura ante las «provocaciones» de los activistas más radicales, entre los que dijo que figurarían extranjeros que se esconderían en los edificios gubernamentales tomados por los manifestantes.

«Vamos a seguir dialogando con los líderes de la oposición (…) Haré todo lo que pueda para poner fin a este conflicto, para parar la violencia (…) Si lo logramos por las buenas, será por las buenas, y si no, emplearemos todos los medios legales a nuestro alcance», subrayó.

Aunque ya hay fecha para la sesión parlamentaria que abordará la reforma del Gobierno y la revisión de las controvertidas leyes -el 28 de enero-, el dirigente opositor Vitali Klitschkó aseguró que las concesiones de Yanukóvich no son suficientes.

«Hace dos meses el Maidán («plaza» en ucraniano) se hubiera dispersado con la dimisión del ministro del Interior. Hace dos semanas se hubiera podido satisfacer a la gente con la renuncia del Gobierno. Ahora, la gente demanda la dimisión del presidente», dijo.

Por lo demás, Kiev vivió hoy un día de relativa calma al prolongarse, al menos hasta mañana, la tregua acordada la víspera entre Gobierno y opositores, aunque la oposición siguió ampliando su control sobre el centro de la capital y fortificando sus barricadas con nieve y neumáticos.

El protagonismo lo asumió un grupo de casi un centenar de madres que sin temor alguno cruzaron las barricadas en las inmediaciones de la línea de frente del estadio del Dinamo Kiev para hacer frente a los temidos Berkut, el destacamento especial antidisturbios.

«Todos sois hijos de Ucrania. Todos sois nuestros hijos. Uníos al pueblo. Dejad de luchar y matar. Renunciad a la violencia. Desobedeced a vuestros superiores», gritaban las madres, que dijeron tener hijos en ambos bandos.

Las mujeres, que portaban iconos y pancartas y que recibieron el apoyo moral de sacerdotes católicos y ortodoxos, formaron durante varios minutos una barrera física a escasos dos metros de los antidisturbios, que asistían impávidos al heroico acto de civismo de las madres, algunas de las cuales tuvieron que ser atendidas por los servicios médicos.

«Estamos aquí porque tras dos meses de protestas el Gobierno no ha cumplido ni una sola de las peticiones de la oposición. Y mata a nuestros mejores hijos. Cuatro o cinco manifestantes ya han muerto», dijo a Efe una de las mujeres.

Otra de las ancianas agregó: «No queremos que en Ucrania haya un baño de sangre. No queremos que sufran ni la policía ni los manifestantes. Volved a vuestras casas con vuestras madres».

Mientras, el ánimo contestatario se propaga como la espuma por todo el país y, tras la toma ayer de las delegaciones del Gobierno central en Lvov y Termopol, hoy le tocó el turno a otras siete regiones del oeste, centro y sur de este país de 46 millones de habitantes.

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