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Celebrar la Navidad en un Afganistán en guerra

Kabul, 28 dic (EFE).- Los soldados de la OTAN y cooperantes occidentales celebran la Navidad en un Afganistán en guerra y de mayoría musulmana, donde a pesar de repartir regalos y organizar comidas, echan de menos el calor de la familia y los amigos.

«Celebrar la Navidad lejos de casa hace que aumente la sensación de ausencia de los tuyos, aunque el uso de las nuevas tecnologías ayuda a mitigarla, al poderles enviar un ‘Feliz Navidad'», dijo a Efe el teniente coronel Raúl Martínez, natural de Puerto Rico.

«Incluso tuve la oportunidad de ver por videoconferencia cómo mi mujer y mis hijos abrían los regalos, fue un gran momento para todos», reveló Martínez, que aseguró que se trata de una escena que se repite con frecuencia en el país entre los miembros de la OTAN.

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Unos destellos de espíritu navideño que no pueden ocultar lo ajeno que se encuentra Afganistán a estas celebraciones.

En un país donde la inmensa mayoría de la población es musulmana y muy conservadora, la Navidad suena a algo muy lejano, una situación agravada por el estado de guerra que vive Afganistán desde que los talibanes fueron derrocados por Estados Unidos en 2001.

Como explica Martínez, tan solo en el interior de las instalaciones militares de la OTAN es posible percibir, aunque sea de manera limitada, el espíritu de estas fechas, con amplias comidas en las que no falta de nada: pavo, jamón, bistec, dulces y pasteles.

«Incluso algunas oficinas celebran el amigo invisible, un intercambio de regalos y juegos que ayuda a celebrar las fechas de una manera más parecida a como lo haríamos en casa», añadió el portorriqueño.

Una Navidad similar a la que celebra el cooperante alemán Alex Millar, miembro en Afganistán de la ONG germana GIZ, que aseguró a Efe que la añoranza de estar con los suyos se dispara por estas fechas.

«Es realmente triste estar lejos de mi familia durante la Navidad, pero los amigos afganos, de Estados Unidos y Alemania que tengo aquí me lo hacen todo un poco más fácil y no me permiten estar sólo», reveló Millar, visiblemente nostálgico.

Esos amigos afganos, comentó el joven de 28 años, le han dado -al igual que se hace con los niños en Alemania- caramelos y chocolate, toda una sorpresa para él.

Además, como aseguró Millar, los occidentales desplazados en Afganistán y que no han podido regresar por estas fechas a sus países siempre encuentran el modo de celebrar la Navidad, a pesar de la inseguridad y los ataques insurgentes.

Millar, sin embargo, este año se ha tenido que conformar con los encuentros con sus amigos previos al 25 de diciembre, pues el miércoles un ataque talibán con proyectiles a la embajada de EEUU, que no causó víctimas, disparó la voz de alarma en Kabul. 

«La Navidad pasada me reuní con mis amigos en el estadio de Kabul para jugar al fútbol, pero después del incidente en la embajada estadounidense muchos de mis amigos no pudieron acudir», lamentó el joven alemán.

La estadounidense Nancy Dupree, de 86 años, que ha dedicado su vida a salvar y rescatar el patrimonio cultural de Afganistán, recordó con nostalgia los tiempos -hace más de 20 años- en los que celebraba la Navidad con los suyos en su India natal y EEUU.

«Solíamos reunirnos toda la familia, intercambiar los regalos de Santa Claus y como mi padre se volvía loco cocinando, al final del banquete todo el mundo se sentía malo por haber comido demasiado», rememoró la anciana con una larga sonrisa.

Dupree, que escribió la primera guía del museo de Kabul y viajó por Afganistán para localizar y archivar su patrimonio, dijo que nunca ha disfrutado de una Navidad tradicional en el país debido al «conservadurismo» y a la «inseguridad» reinante.

Sin embargo, aunque su celebración navideña consista en «un vaso de cerveza y un cigarrillo», aseguró que hay algo que por estas fechas le aporta más «felicidad» que estar con su familia, y es ayudar y dar de comer a los numerosos niños de la calle de Kabul.

Fawad Waziri

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