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Sanogo, el cabecilla del golpe militar en Mali, inculpado y encarcelado

Bamako, 27 nov (EFE).- El general Amado Haya Sanogo, cabecilla del golpe militar de marzo de 2012 en Mali que arrastró al país a una profunda crisis política y territorial de la que todavía se recupera, fue imputado hoy por asesinato y puesto en prisión preventiva.

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El hombre que hasta hace pocos meses mantenía un estrecho control sobre las decisiones políticas, y cuya seguridad parecía garantizada gracias a la amnistía decretada en favor de los golpistas por el Parlamento poco después de la asonada militar, ha caído en desgracia.

El juez Yaya Karambé ha ordenado su inmediato ingreso en prisión a la espera de que se celebre el juicio contra él y otros golpistas, supuestamente implicados en la desaparición de al menos 20 soldados tras el fracasado contragolpe de Estado del 30 de abril de 2012 protagonizado por los «boinas rojas» fieles a Amadu Tumani Touré, el presidente derrocado por Sanogo.

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Sanogo y la otra veintena de exgolpistas implicados no han podido ampararse en la amnistía decretada por la Asamblea Legislativa, ya que los crímenes de los que están acusados se cometieron un mes después de su pronunciamiento.

La decisión del magistrado Karambé constituye la última etapa de una serie de medidas que han ido arrinconando al antiguo capitán.

A mediados de agosto, cuando aún no se conocía el resultado de las elecciones presidenciales en las que se impuso Ibrahim Bubakar Keita, Sanogo, de 42 años, fue promovido a general.

Sería su último momento de gloria, ya que el 28 de agosto, apenas una semana antes de la toma de poder de Keita, Sanogo fue retirado del cargo para el que meses antes había sido designado, jefe del Comité para la Reforma de las Fuerzas Armadas.

Poco después, fue obligado a abandonar el cuartel de Kati, desde donde protagonizó el golpe de Estado y desde donde controlaba los engranajes del poder.

El portavoz de la plataforma antigolpista Frente por la Defensa de la República, Amado Goita, mostró a Efe su satisfacción por la decisión judicial y aseguró que su inculpación supone «una etapa clave del proceso para el regreso del orden constitucional».

Por el contrario, Nouhoum Keita, miembro de la plataforma política progolpista «Movimiento Popular 22 de marzo», que toma su nombre de la fecha de la asonada, no ha dudado en criticar las medidas cautelares.

«La decisión era previsible, ya que los sepultureros de Mali y los cómplices del imperialismo internacional todavía están aquí», dijo a Efe Keita en referencia a las fuerzas francesas e internacionales presentes en el país desde la intervinieron militar del pasado enero contra los grupos yihadistas que controlaban el norte del país.

En su opinión, esta medida es un «regalo» para Ibrahim Bubakar Keita, quien, paradójicamente, concurrió a los comicios presidenciales como el candidato de los progolpistas.

El 21 de marzo de 2012 Sanogo encabezó un motín en el cuartel de Kati para protestar por la política del entonces presidente Turé hacia la rebelión independentista tuareg que había estallado en el norte de Mali dos meses antes y que el Ejército se mostraba incapaz de detener.

La madrugada del día 22 los amotinados tomaron Bamako, expulsaron a Turé y se hicieron con el poder, desatando la mayor crisis política, de seguridad y territorial vivida en Mali desde la democracia.

Por un lado, la asonada provocó una reacción internacional de rechazo encabezada por la Comunidad Económica de Estado de África Occidental que, acompañada de sanciones económicas y diplomáticas, forzó a los militares a pactar un compromiso para el regreso del orden constitucional.

A pesar de ello, los militares continuaron ejerciendo una gran influencia, asegurándose los ministerios clave del Gobierno, e incluso llegando a forzar en diciembre de 2012 la dimisión del entonces primer ministro, Modibo Diarrá.

Por otro lado, el vacío de poder que siguió al triunfo del golpe dio alas a los rebeldes tuaregs del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA), quienes en apenas una semana se hicieron con el control de las provincias septentrionales de Mali (Azawad) ante la impotencia de las nuevas autoridades militares.

La situación se complicó aún más cuando varios grupos yihadistas y terroristas se rebelaron, a su vez, contra el MNLA y en junio las provincias de Gao, Kidal y Tombuctú cayeron en su poder

Una situación que permaneció prácticamente sin cambios hasta la intervención militar francesa e internacional en enero de este año para expulsar a los yihadistas.

Esta intervención aceleró un acuerdo de alto el fuego entre Bamako y los rebeldes tuareg, así como la celebración de elecciones presidenciales en julio y agosto que supusieron la culminación del regreso del orden constitucional.

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