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El pacto nuclear, un paso clave hacia deshielo en relación entre EE.UU. e Irán

Washington, 25 nov (EFE).- El acuerdo diplomático alcanzado con Irán para que congele temporalmente su programa nuclear es un paso clave hacia el deshielo en la relación de mutua desconfianza con EE.UU., según coinciden los analistas, aunque no faltan las voces que alertan de que el único ganador por ahora es Teherán.

Los presidentes de EE.UU., Barack Obama, y de Irán, Hasán Rohaní, «merecen un crédito por haberse resistido a la feroz oposición interna y una historia de 30 años de hostilidad entre ambos países» para llegar al acuerdo sellado durante el fin de semana en Ginebra, resume hoy The New York Times en un editorial.

El pacto entre Irán y el Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia más Alemania) establece la congelación del programa nuclear iraní durante seis meses, tiempo en el que se intentará llegar a un acuerdo global y definitivo y se suavizarán las sanciones impuestas a Teherán.

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Esos seis meses «no es mucho tiempo», pero ofrecen «más esperanza que nunca para que Estados Unidos e Irán puedan encontrar un terreno común», argumenta el diario neoyorquino.

Como recordaba hoy en un artículo Kenneth M. Pollack, analista del Instituto Brookings y experto en Irán, el acuerdo debe ser entendido ante todo como una «útil e importante medida para construir confianza», en un momento en el que EE.UU. e Irán necesitan señales de que pueden fiarse uno del otro.

El pacto de Ginebra es «casi con toda seguridad el mejor acuerdo posible que Estados Unidos y sus aliados podían negociar», opina en la misma línea Anthony Cordesman, experto del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS).

Según Cordesman, el acuerdo «ofrece a Irán un nuevo camino hacia el progreso y el desarrollo» y a Oriente Medio, una esperanza renovada «en evitar nuevos conflictos y el riesgo de una carrera armamentista masiva».

Las relaciones entre Estados Unidos e Irán comenzaron a deteriorarse después de la caída del régimen del Sha Mohamed Reza Pahlevi y el triunfo de la Revolución islámica encabezada por el ayatolá Ruhola Jomeini en 1979.

Pero fue en 1980 cuando ambos países rompieron definitivamente sus relaciones tras el asalto a la embajada estadounidense en Teherán por los seguidores de la Revolución, que mantuvieron retenidas a 52 personas durante 444 días.

Obama ha buscado un acercamiento con Irán desde que era precandidato presidencial en 2007, cuando prometió que llevaría a cabo una «agresiva diplomacia personal» con los líderes de ese país si llegaba a la Casa Blanca.

En septiembre se conoció que Obama y Rohaní, recién llegado a la Presidencia iraní, habían intercambiado cartas y a finales de ese mes mantuvieron una histórica conversación, la primera entre los máximos líderes de ambos países desde 1979.

La Casa Blanca ofreció incluso celebrar «un encuentro» informal entre Obama y Rohaní en Nueva York en los márgenes de la Asamblea de la ONU, pero los iraníes respondieron que era «muy complicado» para ellos en ese momento concretar la reunión.

Entre bambalinas, desde 2009 funcionarios estadounidenses han estado celebrando conversaciones secretas con Irán sobre su programa nuclear, supervisadas personalmente por Obama y de las que no tenían conocimiento muchos de los aliados más cercanos de Washington, entre ellos Israel.

Ese esfuerzo cogió impulso desde agosto pasado con reuniones en lugares secretos con funcionarios iraníes encabezadas por el subsecretario de Estado de EE.UU., William Burns, y el principal asesor de política exterior del vicepresidente Joe Biden, Jake Sullivan, según publica hoy The Wall Street Journal.

Definitivamente el acuerdo de Ginebra supone un punto de inflexión en la relación entre EE.UU. e Irán, pero «claramente a favor» de Teherán, advirtió a Efe el director ejecutivo del Centro de Estudios para una Sociedad Libre y Segura (SFS, en inglés), Joseph Humire, en línea con lo que cree la oposición republicana en Washington.

Ese acuerdo «da ventaja» a Irán, que ofrece a cambio «muy poca transparencia» sobre sus instalaciones nucleares, y puede generar «una mayor inestabilidad» en el ya de por sí delicado papel de EE.UU. en Oriente Medio, argumentó Humire.

Los Ángeles (EE.UU.), 25 nov (EFE).- El presidente estadounidense, Barack Obama, insistió hoy en que el acuerdo diplomático alcanzado con Irán para que congele temporalmente su programa nuclear es un ejemplo de por qué EE.UU. no debe «cerrar las puertas» a la diplomacia.

En un discurso previo a su intervención sobre inmigración en el centro recreativo Betty Ong, de San Francisco (California), Obama indicó que ese paso hacia el deshielo en la relación de mutua desconfianza con EE.UU es uno de los objetivos que se marcó cuando se presentó a la Casa Blanca por primera vez.

«Hay que usar la diplomacia incluso con nuestros adversarios», afirmó Obama sobre el pacto entre Irán y el Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia más Alemania), que establece la congelación del programa nuclear iraní durante seis meses, tiempo en el que se intentará llegar a un acuerdo global y definitivo y se suavizarán las sanciones impuestas a Teherán.

«Creo firmemente en lo que dijo el presidente Kennedy: ‘Nunca debemos negociar por miedo, pero nunca hay tener miedo a negociar'», agregó el mandatario estadounidense, quien recordó que los inspectores internacionales tendrán un acceso sin precedentes a las instalaciones iraníes relacionadas con su programa nuclear.

«Vamos a continuar con nuestra diplomacia en los próximos meses con el objetivo de alcanzar una solución completa que acabe con la amenaza del programa nuclear de Irán de una vez por todas», manifestó Obama, quien espera de esta forma pode retomar las buenas relaciones que existieron entre EE.UU e Irán en el pasado.

Las relaciones entre ambos países comenzaron a deteriorarse después de la caída del régimen del Sha Mohamed Reza Pahlevi y el triunfo de la Revolución islámica encabezada por el ayatolá Ruhola Jomeini en 1979.

Pero fue en 1980 cuando ambos países rompieron definitivamente sus relaciones tras el asalto a la embajada estadounidense en Teherán por los seguidores de la Revolución, que mantuvieron retenidas a 52 personas durante 444 días.

«Si Irán aprovecha esta oportunidad y escoge unirse a la comunidad global, podemos comenzar a retomar esa confianza que existió entre ambas naciones hace muchos años. No va a ser fácil, quedan retos enormes por delante, pero no podemos cerrar las puertas a la diplomacia ni descartar soluciones pacíficas a los problemas mundiales», manifestó.

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