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Berlusconi dice que la experiencia de Gobierno de su partido “ha acabado”

Roma, 30 sep (EFE).- El ex primer ministro Silvio Berlusconi reiteró hoy que la experiencia de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), en el Gobierno de coalición italiano «ha acabado», aunque «concedió» al Ejecutivo una semana más para permitir la aprobación de una serie de medidas económicas.

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«Por el bien del país aseguramos que en una semana votaremos la cancelación del pago del segundo plazo del Impuesto de Bienes Inmuebles y la ley de Presupuestos -con el objetivo de que no aumente la presión fiscal-, la cancelación del IVA, y después volvemos al voto y ganamos», afirmó Berlusconi durante una reunión en Roma con sus correligionarios.

Asimismo, según informaron los medios de comunicación italianos citando a participantes en el encuentro, «Il Cavaliere» quiso rebajar las tensiones que se han generado en el seno de su formación tras el anuncio de dimisión de los cinco miembros del PDL que formaban parte del Gobierno de coalición del primer ministro, Enrico Letta.

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Y es que en las últimas 48 horas, las divisiones en el seno del PDL entre los llamados «halcones» y las «palomas», es decir, radicales y moderados, se han hecho más evidentes, con los ministros dimisionarios que, pese a haber acatado la petición de Berlusconi, se han mostrado escépticos ante la medida.

«Il Cavaliere» afirmó que la situación se ha aclarado durante la jornada de hoy y que existe unidad dentro de la formación, aunque no desaprovechó la ocasión para lanzar una advertencia a sus partidarios más díscolos, asegurando «que la ropa sucia se lava en casa».

«Debemos permanecer unidos, no debemos dar la impresión (de discordia) de cara al exterior que está dando el PDL», dijo Berlusconi a sus correligionarios.

El político conservador explicó que los ministros dimisionarios que mostraron desacuerdo con la medida lo hicieron preocupados por la posibilidad de que en caso unos nuevos comicios los electores no comprendieran los motivos que habían llevado a la apertura de la crisis de Gobierno y acabaran penalizándoles en las urnas.

Berlusconi explicó que tomó él «solo» la decisión de la dimisión de los miembros del gabinete de Enrico Letta pertenecientes al PDL y negó que Forza Italia, la formación con la que va a seguir su camino político y que recupera el nombre del partido con el que entró en política hace veinte años, se encuentre en manos de «extremistas».

«Tenemos que explicar a los ciudadanos nuestras razones, Forza Italia no es una fuerza extremista y nadie me ha obligado a hacer dimitir a los ministros», mantuvo Berlusconi.

El secretario político del PDL, hasta ahora viceprimer ministro y titular de Interior, Angelino Alfano, dejó claro en las últimas horas que él no está a favor de las «posiciones extremistas» que han llevado a esta situación.

Alfano, junto a los otro cuatro ministros del PDL en el Gobierno, formalizó hoy su «dimisión irrevocable», a la que les «invitó» Berlusconi el pasado sábado y de la que ellos se han distanciado en las últimas horas, llegando dos de ellos a asegurar que no entrarán en la remozada Forza Italia de «Il Cavaliere».

Pese a las declaraciones de Berlusconi, son muchas las incógnitas que pesan sobre el futuro político de Italia con el fantasma muy presente de unas elecciones anticipadas, un escenario que quieren evitar tanto la formación de Letta, el progresista Partido Demócrata (PD), como la jefatura del Estado.

En este clima de incertidumbre, Letta acudirá el miércoles al Parlamento, primero al Senado y después a la Cámara de los Diputados, donde se espera que se someta a un voto parlamentario para decidir sobre la continuidad de su Gobierno.

Roma, 30 sep (EFE).- El primer ministro italiano, Enrico Letta, permanece a la espera de que las voces críticas surgidas en el seno del partido de Silvio Berlusconi, tras la crisis de Gobierno abierta este fin de semana por «il Cavaliere», puedan materializarse en un apoyo parlamentario que salve su Ejecutivo de coalición.

La salida de la principal formación de centroderecha de la coalición de Gobierno, anunciada el sábado con la dimisión de cinco ministros, dio hoy paso a todo un debate político en torno a la posibilidad de que esta decisión pueda acarrear la implosión del hasta ahora compacto partido de Berlusconi, el Pueblo de la Libertad (PDL).

La incógnita se asienta, sobre todo, sobre las filas del PDL en el Senado, la Cámara en la que el centroizquierda de Letta no consiguió la mayoría absoluta en las elecciones de febrero y donde el primer ministro se someterá en primer lugar al voto parlamentario del próximo miércoles.

La cita con el Senado llegará a las 09.30 hora local (07.30 GMT), y a las 16.00 locales (14.00 GMT) con la Cámara de los Diputados, momentos en los que Letta comparecerá para pedir un voto a su labor de Gobierno, lo que aún ahora no está confirmado del todo que llegue en la forma de una cuestión de confianza como tal, aunque ésa es la intención del primer ministro.

La principal alternativa para evitar unas nuevas elecciones, un escenario que no gusta ni al presidente de la República, Giorgio Napolitano, ni, visto lo visto hoy, tampoco a los mercados, pasa ahora por esperar que algunos senadores del Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo o del PDL rompan la disciplina de voto y refrenden la labor de Gobierno de Letta.

Pero no se descarta que el partido de Berlusconi pueda decidir no provocar la caída del Gobierno y mantenerlo con un apoyo externo puntual sobre las distintas cuestiones económicas que vaya aprobando Letta por responsabilidad por unas finanzas italianas que en los últimos días han venido sufriendo las consecuencias del temor sobre la inestabilidad gubernamental.

La división en el PDL entre los llamados «halcones» y las «palomas», es decir, radicales y moderados, es evidente y el propio secretario político del partido, el hasta ahora viceprimer ministro y titular de Interior, Angelino Alfano, ha dejado claro que él no está a favor de las «posiciones extremistas» que han llevado a esta situación.

Alfano, junto a los otro cuatro ministros del PDL del Gobierno, formalizaron hoy su «dimisión irrevocable», a la que les «invitó» Berlusconi el pasado sábado y de la que ellos se han distanciado en las últimas horas, llegando dos de ellos a asegurar que no entrarán en la remozada Forza Italia que «il Cavaliere» quiere relanzar.

Los cinco ministros, Nunzia De Girolamo, Beatrice Lorenzin, Maurizio Lupi, Gaetano Quagliariello y Alfano, publicaron hoy además un comunicado en el que aseguran que no se dejarán intimidar por ataques como los lanzados este lunes por el periódico «Il Giornale», propiedad de la familia Berlusconi.

«Está bien decir enseguida al director de ‘Il Giornale’, por el respeto que tenemos hacia la cabecera que dirige y una vez leído su artículo de fondo de hoy, que nosotros no tenemos miedo. Si piensa intimidarnos a nosotros y al libre debate en nuestro movimiento político, se equivoca de plano», afirman en el texto.

En el artículo editorial, el director del periódico, Alessandro Sallusti, dejaba entrever una comparación de estos cinco ministros con el antiguo aliado de Berlusconi, Gianfranco Fini, quien fue expulsado del partido y creó después su propio movimiento por las diferencias con «il Cavaliere».

Por el momento, las reuniones de los distintos partidos se suceden, incluida una de la cúpula del PDL en la residencia romana de Berlusconi, y Letta y Napolitano piensan de dónde pueden venir esa veintena de senadores que necesitarían para que el Ejecutivo siguiera adelante y llevara a cabo iniciativas tan importantes como la aprobación de los presupuestos de 2014.

En cualquier caso, el fantasma de unas nuevas elecciones lo quieren evitar a toda costa la formación de Letta, el progresista Partido Demócrata (PD), y la jefatura del Estado, habida cuenta de que, de hacerlo ahora, se votaría de nuevo con el sistema que dio lugar al incierto resultado del pasado febrero.

Sobre la crisis de Gobierno abierta en Italia se pronunció hoy también el vespertino del Vaticano, «L’Osservatore Romano», que en un artículo tacha lo sucedido de «irresponsable» no solo por sus consecuencias económicas, sino también por la «credibilidad de toda la clase política italiana».

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