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El Papa afirma que el cura no puede ser un gestor, tiene que ir donde hay sufrimiento

Ciudad del Vaticano, 28 mar (EFE).- Francisco abrió hoy el Triduo Pascual, el primero de su pontificado, con la Misa Crismal, en cuya homilía dijo que el sacerdote no puede ser un gestor, tiene que salir a la «periferia», donde hay sufrimiento, sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones».

«No es en autoexperiencias, ni en introspecciones reiteradas donde vamos a encontrar al Señor. Los cursos de autoayuda en la vida pueden ser útiles, pero vivir pasando de uno a otro, lleva a minimizar el poder de la gracia que se activa y crece en la medida en que salimos con fe a dar el Evangelio a los demás, a dar la poca unción que tengamos a los que no tienen nada de nada», afirmó.

La Misa Crismal marca el comienzo del Triduo Pascual, centro y culmen del Año Litúrgico, y se celebra el Jueves Santo, día en que se conmemora la institución de los sacramentos de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal por Jesucristo durante la Ultima Cena, según la tradición cristiana.

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Así, durante el rito, celebrado a primeras horas de la mañana en la basílica de San Pedro del Vaticano, al que asistieron unas 10.000 personas, los 1.600 sacerdotes presentes renovaron sus promesas (pobreza, castidad y obediencia) y Francisco destacó en su homilía lo que significa ser cura y sus obligaciones.

El papa Bergoglio dijo que el sacerdote que sale poco de sí, que unge poco a sus fieles «se pierde lo mejor de nuestro pueblo, eso que es capaz de activar lo más hondo de su corazón presbiteral».

«El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor. Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor ‘ya tienen su paga’, y puesto que no ponen en juego la propia piel, ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón», denunció.

El Obispo de Roma agregó que de ahí proviene precisamente la insatisfacción de algunos sacerdotes, «que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con ‘olor a oveja’, pastores en medio de su rebaño y pescadores de hombres».

Francisco añadió que «la llamada crisis de identidad sacerdotal» amenaza a todos y se suma a una crisis de civilización, pero que si los sacerdotes «sabemos atravesar la ola, podremos meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes».

Durante la misa, Francisco bendijo el Óleo de los catecúmenos, el de los enfermos y el Crisma (aceite y bálsamos mezclados), que le fueron presentados en tres grandes jarras de plata.

Estos óleos son bendecidos el Jueves Santo por los obispos y se utilizan para ungir a los que se bautizan, a los que se confirman y para la ordenación sacerdotal. El rito se celebra en todas las catedrales del mundo.

Este año el aceite bendecido procede de una empresa española de Castelseras, en la provincia aragonesa de Teruel.

Refiriéndose al aceite consagrado, el papa dijo que su unción, «como dijo claramente el Señor», es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos.

«La unción no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite… y amargo el corazón».

El pontífice dijo también que al buen sacerdote se le reconoce «por cómo anda ungido su pueblo» y aseguró que cuando los fieles están ungidos con óleo de alegría se le nota, «por ejemplo, cuando sale de la misa con cara de haber recibido una buena noticia».

«Nuestra gente agradece el Evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando ilumina las situaciones límites, las periferias donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe», subrayó.

Francisco pidió a los fieles que acompañen a los sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios.

El papa Francisco se trasladará esta tarde de Jueves Santo a la cárcel de menores de Casal del Marmo, en las afueras de Roma, para celebrar la misa de la Última Cena, en la que lavará los pies a doce jóvenes reclusos.

Ciudad del Vaticano, 28 mar (EFE).- Otros 58 religiosos españoles asesinados durante la Guerra Civil española (1936-1939), entre ellos el que fuera obispo de Jaén, serán beatificados, después de que el papa aprobara el decreto que reconoce sus martirios, lo que abre el paso a su elevación a la gloria de los altares, informó el Vaticano.

Se trata de Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén (sur de España) y de cinco compañeros sacerdotes asesinados en esa ciudad andaluza entre 1936 y 1937, «por odio a la fe y persecución a la Iglesia en España», según el Vaticano.

Además, José Máximo Moro Briz y cuatro compañeros sacerdotes de la diócesis de Avila asesinados en 1936.

Joaquín Juan Marín y catorce compañeros sacerdotes de la Sociedad de Sacerdotes la Obra Diocesana, asesinados en 1936-1938, y Andrés de Palazuelo (Francisco Miguel González Ganzález), sacerdote profeso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y 31 compañeros de la misma orden, asesinados entre 1936 y 1937.

En los casos de los religiosos asesinados que van a ser beatificados y que pertenecen a la misma congregación, el Vaticano facilita sólo el nombre de uno y añade el número de «compañeros».

Las beatificaciones de los 58 «mártires del siglo XX», como llama la Iglesia española a los religiosos asesinados durante la II República española y la Guerra Civil, se anunciarán en fechas próximas.

Según datos de la Iglesia española, los «mártires» de los años 1934 y 1936-1939 pueden ser unos diez mil. Ya han sido beatificados más de un millar y proclamados santos once.

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