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Los palestinos afirman que tras la ONU su prioridad será la reconciliación

Ramala (Cisjordania), 28 nov (EFE).- Tras su previsible reconocimiento como Estado observador mañana por la Asamblea General de la ONU, los palestinos se centrarán en la reconciliación entre las distintas facciones, afirmó hoy Hanan Ashraui, miembro del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

«Nuestra prioridad será la reconciliación» entre las dos principales facciones palestinas, Fatah y Hamás, que lleve a la celebración de elecciones generales y presidenciales y la unidad política, afirmó la dirigente palestina en una conferencia de prensa en la sede de la OLP en Ramala.

Tras la votación favorable del jueves, que se da por descontada, los palestinos se dedicarán, en el plano interno, a «mejorar todo el sistema político» y, en el externo, los servicios jurídicos palestinos estudian todavía a qué organizaciones multinacionales, convenios y tratados se adherirán.

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La OLP ha formado un comité, que integran representantes de todas las facciones políticas -incluido el movimiento islamista Hamás y otros que no forman parte de la organización-, para determinar los pasos a seguir tras la votación el jueves en la Asamblea General de la ONU.

El voto «es una oportunidad para que el mundo rectifique la injusticia histórica cometida contra el pueblo palestino, que se inició con la creación (en 1948) del Estado de Israel», afirmó Ashraui.

El cambio de estatus, a su entender, demostrará que los palestinos «no solo existen, sino que lo hacen en su tierra y tienen derecho a la autodeterminación».

La dirigente de la OLP se felicitó de la respuesta «asombrosa» de la comunidad internacional, con una gran mayoría de países que se posicionarán «a favor de la paz, la justicia, los derechos humanos y el imperio de la ley».

Los palestinos, admitió, no se hacen ilusiones ni crean expectativas irreales sobre las consecuencias del logro diplomático y son también conscientes de que puede traer consecuencias negativas por parte de Israel.

«Seguiremos bajo ocupación pero seremos una nación entre otras» e Israel será «un Estado que negocia con un vecino, otro Estado, al que está ocupando».

El Estado judío, aseguró, «está en el lado equivocado de la moralidad, en el lado equivocado de la justicia y en el lado equivocado de la ley».

Para Ashraui, la decisión de acudir a la ONU «no es un movimiento unilateral», como considera Israel, sino que es, al contrario, «un compromiso con la multilateralidad y con la ley internacional que debe ser la base de las negociaciones» entre las dos partes.

La solicitud supone «un último intento de salvar la solución de dos estados, que está siendo destruida por Israel, que roba la tierra de otro Estado, Palestina».

El proceso de negociación, estancado desde hace más de dos años y que debía ser el mecanismo que llevase a la creación de un Estado palestino que viviera en paz al lado de Israel, «ha fracasado y se ha convertido en un sistema de opresión», sentenció.

Ashraui aseguró que la delegación palestina en la ONU ya ha presentado el texto definitivo de la propuesta de resolución y que éste «no se modificará», al tiempo que reconoció que habían recibido «mucha presión» para cambiarlo.

Las últimas presiones vinieron de parte del Reino Unido, que trató en el último momento de convencer a la OLP de que se comprometiese a no llevar a Israel ante la Corte Penal Internacional (CPI) o, al menos, a no hacerlo retroactivamente.

«Ha habido muchas demandas y amenazas: de acabar con la financiación, aumentar los asentamientos, de que Israel se anexione parte de nuestro territorio… pero los palestinos no pueden ser chantajeados con dinero», aseveró Ashraui.

«Si Israel no es culpable de cometer crímenes de guerra o contra la humanidad no debería temer nada y, si los ha cometido, entonces debería ser juzgado», dijo.

Sobre la posición de Washington, que votará en contra de que los palestinos tengan un estatuto de observador en la ONU, la dirigente palestina dijo que EEUU «se colocará en el lado equivocado de la historia» y «se descalificará a si mismo como mediador» en el conflicto de Oriente Medio.

De la Unión Europea, cuyos miembros votarán el jueves divididos, aseguró que espera que «haga gala de los principios universales que enarbola públicamente» y vote masivamente «sí».

Los palestinos aseguran que cuentan hasta el momento con el voto favorable de 140 de los 193 países miembros de la Asamblea General y confían en lograr todavía más respaldos hasta poco antes del comienzo de la sesión plenaria del jueves.

Para ser aprobada, la resolución sólo requiere una mayoría simple en la Asamblea General, donde no existe la amenaza de veto como en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Jerusalén, 28 nov (EFE).- La petición de reconocimiento de Palestina en la ONU, que será votada mañana en la Asamblea General, es, según Israel, una «mala idea que bloqueará el conflicto» de Oriente Medio y con la que los palestinos dicen al mundo que «no respetan los acuerdos que firman».

Así lo afirmó hoy en declaraciones a Efe uno de los portavoces del Ministerio israelí de Exteriores, Paul Hirschson, quien consideró que «todo el mundo» conoce el significado de la votación.

«Si la reconocen (a Palestina) todo será más difícil. El mundo lo sabe y a pesar de ello votarán a favor. Esta es una mala idea», afirmó al referirse a los al menos 140 países, según fuentes palestinas, que mañana darán el sí a la histórica resolución.

Consultado por Efe sobre el apoyo de España a la iniciativa palestina -anunciado hoy-, el portavoz israelí declinó hacer comentarios sobre ningún país en particular.

En este sentido, se limitó a reiterar la postura general de su Gobierno acerca de que la petición supone una «flagrante violación de los Acuerdos de Oslo», los pactos alcanzados entre 1993 y 1998 que dieron vida a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como entidad temporal y que fijaron que ésta debía convertirse en un plazo de cinco años en un Estado independiente.

«La piedra angular de esos acuerdos, conceptual y contractual, es que los temas en disputa serían tratados en la mesa de las negociaciones», afirmó antes de recalcar que la petición a la ONU supone una decisión unilateral no contemplada en los acuerdos.

«En el lado israelí no deja espacio a confianza de cara a futuros acuerdos porque el mensaje es que los palestinos no respetan lo que firman», arguyó.

El Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu aún no ha decidido cuál será su respuesta, que dependerá en gran medida de los próximos pasos de Abás.

En ese sentido Hirschson exhortó a ver el «doble mensaje» que estos últimos meses han trasladado el presidente palestino, Mahmud Abás, y sus portavoces sobre lo que harán después del reconocimiento negociarán con Israel.

«Por un lado dicen que negociarán y por el otro que nos demandarán en tribunales internacionales… ¿Cuál de las dos opciones será la que sigan?», se preguntó.

Desde el fracaso de las fugaces negociaciones en septiembre de 2010, el líder palestino condiciona el regreso al diálogo a que Israel cese la construcción en los asentamientos judíos en el territorio ocupado desde 1967, con el fin de que la colonización no diluya la solución de dos estados.

Abás no ha precisado si este requisito seguirá en vigor después del previsto reconocimiento o si, por el contrario, lo retirará, toda vez que la declaración de la Asamblea incluye, según el último borrador, la capitalidad de Jerusalén Este y las fronteras de 1967 como territorios palestinos.

En círculos gubernamentales israelíes se estima que a corto plazo el Gobierno de Netanyahu está más limitado en la respuesta que pueda dar al reconocimiento de Palestina por la celebración de elecciones anticipadas en Israel el próximo 22 de enero.

«Por ahora no nos alteramos demasiado, se trata sin duda de un paso negativo, perjudicial para nuestras aspiraciones de resolver los problemas, pero el verdadero reto lo tendrá el próximo gobierno», observó Hirschson.

A su juicio, en su nueva condición «los palestinos se verán tentados a seguir el conflicto en lugar de regresar al diálogo, al abandonar la mesa de negociaciones rápidamente en cuanto surjan las primeras discrepancias, por lo que la votación de mañana estirará el conflicto otros 30 años».

«También nosotros (Israel) podemos empezar a tomar decisiones de forma unilateral», señaló sin precisar el alcance de esas posibles decisiones.

Jerusalén, 28 nov (EFE).- Consciente de que el reconocimiento de Palestina como estado observador de la ONU es inevitable, Israel sopesa las medidas que adoptará el día después, y si éstas serán meramente económicas o también políticas y de carácter irreversible.

En vísperas de que los palestinos sometan su solicitud para elevar su estatus en la ONU, Israel sabe que tiene la batalla perdida de antemano y que apenas puede arrancar apoyos simbólicos de algún que otro socio europeo.

Según estimaciones del Ministerio de Exteriores israelí, serán pocos los estados que se opongan a la medida, como Estados Unidos, Canadá, la República Checa y quizás Alemania, que duda entre la abstención y el voto negativo.

Y entre los comunitarios se espera que de doce a quince voten a favor de la demanda palestina, entre ellos España, Malta, Irlanda, Portugal, Luxemburgo, Suecia, Bélgica y Francia.

Mientras, el Reino Unido e Italia aún se desconoce de qué lado se decantarán, lo que ha llevado a los diplomáticos israelíes a tratar de convencerles de que, al menos, se abstengan.

Los analistas auguran que Abás podría obtener una mayoría de entre 130 a 150 naciones a favor de su petición en la ONU, que equipararía el estatus de Palestina al del Vaticano, opción que le habían recomendado seguir distintos países a la luz de que en 2011 fuera bloqueada otra iniciativa para lograr la adhesión plena como estado a la organización por la oposición de EEUU.

Ante este panorama, y pese a que hasta el último momento Israel no ha tirado la toalla y creído en los milagros, como en que no se produjera finalmente la votación o que Abás retirara su demanda, el Gobierno israelí analiza ya las represalias.

La posición sobre el Estado palestino que ha mostrado Israel, apoyada por Washington, es rechazar cualquier reconocimiento de Palestina como Estado al entender que debe ser avalado y establecido sólo en un proceso negociador entre las partes en conflicto.

«Nosotros continuamos el diálogo con los países que quieren escuchar nuestros argumentos para explicarles por qué este paso es contraproducente, por qué no va contribuir a la paz y la estabilidad en la región, ni al establecimiento de un estado palestino», declaró a Efe Lior Ben Dor, portavoz de la Cancillería israelí.

Advierte de que si los palestinos «adoptan esa medida unilateral que viola los Acuerdos de Oslo», Israel «se reserva el derecho de tomar algunos pasos unilaterales», que no detalló.

La magnitud de la respuesta israelí a la iniciativa palestina dependerá en gran medida de lo que haga Abás una vez obtenido el nuevo estatus, según expresó recientemente el jefe del Consejo de Seguridad Nacional israelí Yaakov Amidror.

Amidror calificó de «principalmente simbólica» la iniciativa palestina y aclaró antes de revelar ninguna de las medidas que se analizan: «Tendremos esperar a ver lo que hace, y luego actuar».

Fuentes diplomáticas citadas por la prensa local revelaron que la UE y EEUU han urgido a Israel a no «sobre-actuar» ante la demanda palestina y esperar a ver cuál es el siguiente paso antes de adoptar «acciones irreversibles».

Los medios israelíes apuntan a dos corrientes diferenciadas en el seno del gabinete israelí respecto a qué medidas habría que adoptar y cuándo habría que adoptarlas en respuesta a la demanda de Abás.

Una de ellas, encabezada por el ala más radical del Gobierno y expresada sin tapujos por el titular de Exteriores, Avigdor Lieberman, aboga por «hacer que la ANP se colapse».

La segunda tendencia, liderada por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se inclina por tomar acciones punitivas, principalmente de carácter económico, como la suspensión de los fondos que Israel recolecta para la ANP inmediatamente después de que prospere la demanda palestina.

Los defensores de este enfoque arguyen que el espacio de maniobra israelí es limitado tras la última ofensiva en Gaza y que si la ANP se hunde, la coordinación en materia de seguridad se interrumpiría lo que iría en perjuicio de Israel.

Y sólo en caso de que el presidente palestino presentara demandas contra funcionarios israelíes ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Israel procedería a considerarlo un elemento hostil y trabajaría para hacer caer su gobierno con medidas de carácter político.

Otra de los castigos que se barajan, según distintos medios, es expandir la construcción de asentamientos judíos.

Daniela Brik

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