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Romney acepta la candidatura republicana a la Casa Blanca y promete empleos

Tampa (EE.UU.), 30 ago (EFE).- El exgobernador de Massachusetts Mitt Romney se convirtió hoy, oficialmente, en el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos con la promesa de que usará su experiencia exitosa en los negocios para crear empleo, principal preocupación de sus compatriotas.

EE.UU. necesita «empleos, un montón de empleos», dijo Romney en el discurso de clausura de la Convención Republicana, en la que alcanzó finalmente el objetivo de la nominación a la Presidencia, que perseguía desde hace años.

El exgobernador se convirtió hoy, además, en el primer miembro de la iglesia mormona candidato a presidir el país.

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El tándem formado por Romney, político y empresario de éxito, de 65 años, y el congresista Paul Ryan, de 42, se ha presentado ante el electorado estadounidense como el idóneo para resolver el problema del empleo.

Romney mencionó, aunque no desarrolló, los cinco elementos del plan con el que pretende crear 12 millones de empleos, si gana las elecciones del 6 de noviembre.

Se basará, dijo, en la independencia energética de Norteamérica para 2020, la reforma educativa, la promoción del comercio, el apoyo al empresariado para asegurar «que sus inversiones en EE.UU. no desaparecerán como las de Grecia», y en la defensa de los pequeños negocios.

También reiteró su promesa de reducir el déficit y encaminar al país hacia unas cuentas equilibradas, objetivos que han constituido la ocupación principal de su compañero de fórmula, Paul Ryan, durante su etapa como presidente del comité presupuestario de la Cámara de Representantes.

«Acepto su nominación como candidato a la Presidencia de EE.UU.» con «humildad y profundamente conmovido por la confianza depositada en mí», comenzó diciendo Romney en medio de ovaciones y ante miles de delegados que coreaban «U-S-A, U-S-A», en el último día de la conferencia nacional republicana.

Romney se refirió desde el comienzo a Estados Unidos como una «nación de inmigrantes» y recordó las raíces mexicanas de su familia.

Antes de su intervención, la noche estuvo plagada de referencias y guiños a la comunidad hispana en EE.UU., un grupo clave para la victoria en noviembre, que opta mayoritariamente por los demócratas.

Romney pintó un panorama sombrío de la economía, cuatro años después de la elección del presidente Barack Obama, quien aspira a la reelección.

Por primera vez, dijo, «la mayoría de los estadounidenses ahora tiene dudas sobre el futuro de sus hijos».

Recordó que, hace cuatro años, los estadounidenses sintieron «un entusiasmo renovado sobre las posibilidades que ofrecía» Obama, y mantuvieron su «optimismo» en el futuro, pero la ilusión se ha esfumado.

Los republicanos buscan atraer a los descontentos con las dificultades económicas y convencer a los indecisos de que Obama ha malgastado su oportunidad.

«Habría deseado que el presidente Obama hubiera tenido éxito, porque quiero que EE.UU. tenga éxito. Pero sus promesas han dado lugar a decepción y división», comentó.

Romney atacó una y otra vez a Obama y llegó a ridiculizar sus políticas: «Obama les prometió parar la subida de los océanos y curar el planeta. Mi promesa es ayudarles a ustedes y a sus familias».

También prometió defender «la santidad de la vida», la institución del matrimonio y la libertad religiosa.

En el área de la política exterior, Romney criticó que Obama haya «flexibilizado las sanciones contra la Cuba de Castro».

A lo largo de su discurso trató de compartir con la audiencia detalles de su biografía, en un intento de quebrar la imagen de multimillonario ajeno a las preocupaciones de la gente corriente.

Romney reivindicó su éxito como fundador de la consultora Bain Capital y se defendió de los ataques de los demócratas diciendo que «Estados Unidos celebra el éxito, no se disculpa por el éxito».

Habló con la voz entrecortada al referirse a sus familia y recordar cómo su padre, que también aspiró a la Presidencia y a quien él idolatraba, siempre le dejaba una rosa en las mañanas y supo de su fallecimiento cuando «ya no hubo más rosas».

Habló algo más, pero no mucho, de su fe, un aspecto de su biografía que provoca recelo entre los evangélicos más ortodoxos.

Se refirió al «amor incondicional» que junto a su esposa, Ann, han tratado de transmitir a sus cinco hijos y 18 nietos, convencidos de que no hay nada como el amor de los padres para ayudar a «sanar este mundo».

El candidato pidió el apoyo de los votantes para «restaurar la promesa de EE.UU.».

Planteó una pregunta directa a los electores: «Si ustedes sintieron entusiasmo cuando votaron por Barack Obama, ¿no deberían sentir lo mismo ahora que es presidente?».

Y concluyó: «Algo anda mal con el tipo de labor que él ha hecho como presidente cuando la mejor sensación que tuvieron fue cuando votaron por él».

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