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El aval constitucional a la reforma sanitaria fortalece a Obama y moviliza a los republicanos

Washington, 29 jun (EFE).- El presidente de EE.UU., Barack Obama, ha recuperado posiciones en la batalla electoral con el aval del Tribunal Supremo a su reforma sanitaria en un mes que comenzó mal para él, mientras el republicano Mitt Romney confía en que su promesa de anular esa ley movilice a los votantes conservadores.

«Los ganadores celebran, los perdedores se movilizan», resumió William Galston, analista de la Brookings Institution, en el diario The Washington Post.

La prensa estadounidense coincide en sus titulares y editoriales de hoy en que la decisión del Supremo, que este jueves declaró constitucional la reforma sanitaria promulgada por Obama en 2010, es una gran victoria para el presidente y un espaldarazo a su campaña para lograr la reelección el 6 de noviembre.

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Pero esos mismos editoriales destacan también que el fallo del Supremo puede ser un arma de doble filo que anime a acudir a las urnas a los votantes conservadores y a algunos independientes con el objetivo de llevar a la Casa Blanca a Romney, que ha prometido revocar la reforma de Obama.

El mes de junio comenzó mal para Obama con desalentadores datos económicos y acusaciones, negadas por la Casa Blanca, de filtraciones deliberadas de información secreta a la prensa con fines políticos.

Además, se conoció que Romney, que será nombrado candidato presidencial republicano en la convención de su partido en agosto en Florida, consiguió en mayo casi 77 millones de dólares para su campaña, 17 millones más que Obama.

Los republicanos confiaban en que el Supremo invalidara la reforma sanitaria del presidente, en particular su cláusula más polémica, la que establece la obligatoriedad del seguro médico para todos los estadounidenses.

Pero la semana empezó bien para Obama, ya que el lunes el Supremo emitió otro esperado dictamen, el relativo a la ley de inmigración de Arizona, y anuló tres de sus cuatro disposiciones más controvertidas.

No obstante, el Supremo dejó en pide la cláusula más polémica de la ley, rechazada por el Gobierno de Obama y que permite a las fuerzas del orden en Arizona pedir los «papeles» si se tiene la «sospecha razonable» de que alguien es un indocumentado.

La sensación de triunfo se completó con el fallo favorable a la reforma sanitaria, que dejó en segundo plano la censura por desacato aprobada horas después en la Cámara de Representantes contra el secretario de Justicia estadounidense, Eric Holder, una medida sin precedentes en la historia del país.

La decisión del Supremo le da ahora a Obama una nueva oportunidad de «vender» su reforma y de poner el énfasis en los avances logrados a través de ella.

Pero, al mismo tiempo, Romney y los republicanos prometen intensificar sus esfuerzos para «revocar y reemplazar» la «ObamaCare», como la llaman sus detractores.

«Si queremos deshacernos de la ‘Obamacare’, tenemos que deshacernos del presidente Obama», dijo el jueves Romney.

El exgobernador de Massachusetts recaudó 2,5 millones de dólares de 24.000 donantes en respuesta al fallo del Supremo favorable a la reforma sanitaria, según su campaña.

Su web oficial aparece ahora plagada de mensajes que animan a donar para anular la «ObamaCare» y dar paso a una «verdadera reforma» del sistema de salud.

Los republicanos insisten en que la financiación de la reforma de Obama, que entrará en vigor en 2014 aunque algunos de sus programas ya están en marcha, supondrá un «enorme» aumento de impuestos para los estadounidenses y un incremento del déficit público.

Esos argumentos, unidos al de que la obligatoriedad del seguro médico es una «expansión inaceptable» del poder del Gobierno federal, calan bien entre los votantes conservadores y especialmente entre el movimiento derechista Tea Party.

El Supremo resolvió las cuestiones estrictamente jurídicas de la reforma, pero no las divisiones políticas que suscita en un ambiente «cada vez más polarizado», a juicio del politólogo Merle Black, de la Universidad de Emory.

En última instancia, Obama y Romney son cada día más conscientes de que será la evolución de la situación económica la que determinará el resultado de noviembre.

Si Romney reiteró ayer que el presidente es un «destructor» de empleos, Obama instó a finalizar el debate sobre la reforma sanitaria para concentrarse en el reto «más urgente» del momento: «poner a los estadounidenses de nuevo a trabajar».

Miriam Burgués

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