Columnas

Homenaje a la “Mujer demasiado”

A demasiadas mujeres nos ha sucedido: hemos perdido amores, amistades y hasta familia por brindar demasiado. Hemos sido despedidas de nuestros trabajos por tener demasiado carácter, o demasiada intensidad, o demasiada iniciativa o demasiado «cualquier otra cosa».

Soy testigo de una mujer DEMASIADO que se suicidó porque la vida le exigía que fuera menos y ella no lo podía conseguir. Fui a su sepelio en el 2012 y no tuve ninguna empatía con el montón de babas y lágrimas de las personas que yo sabía habían causado su desesperación. Pensé en la cantidad de esfuerzos que ella hizo para luchar con todo eso que era demasiado para algunas personas que le rodeaban y familiares.

Como escribió la poetiza tortillera Valeria Flores: “Dema­siado intelectual para el activismo, demasiado activista para la academia, demasiado feminista para la poesía, demasiado radical para la pedagogía, demasiado política para ser maestra, demasiado disidente para la política de la identidad, demasiado tortillera para ser maestra, demasiado maestra para la jerarquía del saber, demasiado tímida para la oratoria política, demasiado provinciana para la capital, demasiado prosexo para un feminismo que aún teme hablar de sexo, demasiado teórica para ser trabajadora”.

Esa es la categoría de las «Mujeres demasiado»: demasiado condescendiente, demasiado grandilocuente, demasiado vulgar, demasiado fría. Demasiado caliente, demasiado ordinaria, demasiado delicada, demasiado puritana, demasiado puta, demasiado noble, demasiado bruja, demasiado intensa, demasiado apática, demasiado generosa, demasiado servil, demasiado egoísta, demasiado egocéntrica, demasiado femenina., demasiado masculina… un sinfín de demasiado. Así estamos muchas mujeres de diferentes clases sociales y condiciones académicas y por eso decidí escribir sobre esto. Solo para crear lazos empáticos con gente o para crear lazos nuevos, nos olvidamos que al dejar de ser demasiado para quienes no pueden con todo el paquete de lo que somos, nos autoviolentamos.

Cuando nuestros cambios no nacen de una reflexión profunda, íntima, lejos de la crítica de las miradas de otras personas sobre nosotras, si no del deseo de encajar en un círculo o de complacer a esas personas, podemos perder el control de nuestras emociones y no entendemos cómo resolver eficientemente conflictos culos por la depresión que puede causar el odiarnos tanto porque lo que somos nos hace sentir indeseables…

Tenemos derecho a ser y dejar de ser las veces que queramos y como queramos por las razones que así lo queramos. No obstante, si las razones no son por decisión personal, si no que la motivación es el miedo a la soledad, al fracaso o al rechazo social, simplemente seremos desdichadas toda nuestra vida.

Y algunas mujeres por no lograr ser el ideal que se les exige a nivel social terminarán por renunciar a su derecho a la vida. El tiempo me ha enseñado que en la vida existirán siempre tres tipos de personas:

  1. A las que le vale mierda tu existencia, “si vives o si mueres”.
  2. A las que les pareces extraordinaria y quizá vean cosas de ti que tú nunca has visto y muy seguramente jamás veras.
  3. Y otras que siempre tendrán un motivo para despreciarte u odiarte. Solo porque no te soportan. Y ya está.

Y entendí que sin importar eso yo debo aprender de todas esas personas. Porque todas desde su mirada sobre mi o su no mirada me dan herramientas para perfeccionarme a mí misma en todo lo que sea posible. Las personas que te retan con sus criticas te ayudan a crecer, las personas que te intimidan con sus reproches te ayudan a crecer, las personas que te ridiculizan te hacen grande. Y cuando tú puedes amarlas aún cuando ellas te desprecian -y eso no significa mendigar cariño si no simplemente no devolver el desprecio con desprecio-, cuando logras eso puedes entender que aquello que otra persona odia de ti son las mismas cosas que odia de sí misma. Las odia porque las tiene o porque no las tiene. Todas las personas somos humanidad, por tanto somos reflejo de las luces y sombras de quienes nos ven.

Siempre he sido demasiado en algún aspecto. Demasiado hasta para mí. Lo cierto es que decidí, y no a pocas MUJERES DEMASIADO he acogido en mi vida como camaradas para sanarme con ellas y ayudarlas a sanar conmigo, sin ningún delirio mesiánico, solo con la hermandad del feminismo. Brindo por las mujeres demasiado porque demasiado han tenido que hacer para poder sobrevivir a este sistema y les invito a no sumergirse en sus demonios. Busquen siempre apoyo. LAS MUJERES DEMASIADO no somos pocas y podemos crecer juntas.

Colofón: Yo solía pensar que era la persona más extraña en el mundo, pero luego pensé, hay mucha gente así en el mundo, tiene que haber alguien como yo, que se sienta bizarra y dañada de la misma forma en que yo me siento. Me la imagino, e imagino que ella también debe estar por ahí pensando en mí. Bueno, yo espero que si tú estás por ahí y lees esto sepas que, sí, es verdad, yo estoy aquí, soy tan extraña como tú.» Frida Kalho.

Por: Mar Candela/ @femi_artesanal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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