Columnas

Un alto en el camino

Esta vez decidí hacer un alto en el camino. En vez de mostrar algún vericueto de la ciudad, decidí hablar de un asunto que se me viene a la cabeza cuando camino por espacios públicos. Después de tantos años de vida en los que jamás saqué pase de conducción y me he movido por Bogotá a pie, en bicicleta, en bus y a veces como pasajero en un taxi o en el carro particular de la casa, me ronda por la cabeza una idea en borrador que, de pronto, podría mejorar la convivencia de los ciudadanos en el espacio público.

Hasta ahora hemos entendido que calles, andenes y ciclorrutas se regulan por medio de prohibiciones. Se prohíbe el paso de motos, de ciclistas, de automóviles. En muchos casos ese modelo debe mantenerse. Pero también se ha prestado para invitar a las personas a violar las normas. “Métase que eso no viene nadie”. Y, sobre todo, a generar un estado de permanente tensión y crispación, y más en estos últimos años en los que en Bogotá aumentan de manera exponencial motocicletas y bicicletas.

La idea que me ronda es establecer un código mediante el cual, en vez de prohibir y darle exclusividad a un determinado medio de transporte, las vías disponibles se compartan, pero respetándose una prioridad. En los andenes pueden circular personas, bicicletas, incluso motos, pero la prioridad la tiene el peatón. En las ciclorrutas, la prioridad la tienen las bicicletas. En un andén y un puente peatonal las bicicletas deben darles prioridad a los peatones. Si el puente está despejado no veo por qué un ciclista, que debe recorrer varios kilómetros, tenga que perder el impulso y varios minutos de su tiempo por bajarse de la bicicleta. Eso sí, si por el puente caminan varias personas, pues ni modo. A bajarse de la bicicleta. Si un ciclista maneja con prudencia en un andén, no molesta para nada a los peatones.

Lo mismo para los peatones. A veces la única opción para caminar es una ciclorruta. Entonces, que el peatón circule por el borde para que los ciclistas puedan transitar sin tener que frenar o bajar su velocidad.

Las motocicletas, en principio, deben circular por las calles, como los carros. Es absurdo, por ejemplo, ver motos de la Policía que circulan por las ciclorrutas. Pero en algunos casos deberían tener acceso a cortos tramos en senderos peatonales que les ahorran varias cuadras de recorrido. Además, una medida amigable con el medioambiente, ya que la moto deja de emitir gases contaminantes en las cuadras que se ahorra. La regla básica: que los motociclistas circulen despacio y dándoles prioridad a los peatones.

Capítulo aparte merecen los bicitaxis, un medio de transporte bastante primitivo y antitécnico, que además no se sabe muy bien si debe circular por las calles (eso pienso yo) y no por ciclorrutas ni andenes.

Es apenas una idea muy en borrador. Pero me gusta porque invita a compartir de manera civilizada los espacios públicos de la ciudad

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