Medellín, la ciudad de la eterna primavera, sufre durante dos veces al año, en febrero – marzo y en octubre-noviembre, dos episodios críticos ambientales que la enferman. Las bajas nubosidades se convierten en la tapa de una olla presión, dejando al valle cocinándose en materiales particulados nocivos para la salud.
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Esos contaminantes son conocidos como PM 2.5, que son partículas suspendidas de menos de 2,5 micras, que según los expertos componen una mezcla de sólidos microscópicos y gotitas líquidas en el aire. Aire que respiramos.
Esas micropartículas se producen por la combustión, por lo que las fuentes que las generan son las fuentes móviles en un 82% y las fuentes fijas en un 18%. Dentro de esas fuentes móviles se encuentran las volquetas con 31,5%, los camiones con 31,2%, las motos de cuatro tiempos con el 19%, los buses intermunicipales con el 9,1%, los tractocamiones con el 3,7%, los autos 2,7%, los buses con el 1,2%, los taxis especiales con el 0,7%, las motos de dos tiempos 0,6% y los taxis con 0,3%.
Las medidas
El Área Metropolitana, como autoridad ambiental, creó el POECA, el Plan Operacional para enfrentar Episodios de Contaminación Atmosférica, dentro de los que se encuentran las medidas de choque que se deben implementar durante las dos temporadas del año.
“El POECA, como una serie de medidas pensadas a corto plazo y en situaciones particulares, tiene como principal objetivo proteger la salud de la población frente a escenarios de contaminación atmosférica que excedan los umbrales o niveles de contaminación en tiempos establecidos”, indica la autoridad ambiental.
El POECA establece cuatro niveles que dependen de los indicadores que registra el SIATA, Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá; y son: normal, prevención, alerta y emergencia.
Dentro de las medidas que hacen parte del protocolo está el pico y placa ambiental, que dependiendo del nivel se aumenta el número de dígitos y el horario en el que se restringe la circulación de carros particulares, camiones, volquetas y motos.
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Según cifras del Área Metropolitana y la Encuesta de Origen – Destino, se estableció que el parque automotor en el Valle de Aburrá es de 884.608 motos y 721.184 vehículos. Se estima que entre el 2015 y el 2018 ha crecido 22%.
Por otra parte, a las industrias se les intensifican los controles y la vigilancia. Además, no pueden realizar mantenimiento preventivo de los equipos de control de emisiones atmosféricas.
La inconformidad
En los días en los que se aplica la medida de pico y placa ambiental crece la insatisfacción de los ciudadanos con el servicio de transporte público, con el Metro, por las interminables filas para comprar tiquetes y por las demoras en las frecuencias; por la falta de taxis y porque consideran que son ‘pañitos de agua tibia’.
Daniel Suárez, ambientalista y miembro de Ciudadanos por el aire, es enfático al decir que lo que existe en la ciudad es una falta de voluntad política y de compromiso por parte de los mismos ciudadanos.
“Hay una falta de voluntad política porque hay muchos compromisos con el gremio económico. Pero también hay una falta de apropiación de la problemática por parte de los ciudadanos, de entender la responsabilidad que tienen al obtener un vehículo particular y de cómo debería ser el uso que deberían darle”, dijo Suárez.
Como ciudadano considera que las personas deben entender y asumir su compromiso porque esta situación seguirá presentándose en la ciudad. “Tenemos que entender que estos son episodios que van a seguir sucediendo en las mismas fechas y no solo esperar los compromisos políticos”.
“El compromiso ciudadano va a generar una presión mayor en la institucionalidad para que acelere el mejoramiento del transporte público, la construcción de ciclorrutas, el sistema de bicicletas públicas y la conectividad entre los diferentes municipios”, indicó el ambientalista.
Para María Montoya, habitante de Medellín, la medida de pico y placa es drástica y lo que genera es que se evidencie la cultura de la ilegalidad. “Muchos ciudadanos buscan las maneras de hacerle el ‘quite’ a la medida. He visto, por ejemplo, algunas motos con sus placas cubiertas para que las cámaras no los puedan registrar, porque trabajan con sus motos y se les perjudica su economía”.
Como solución, Montoya considera que se puede hacer “una campaña más poderosa para incentivar el uso del transporte público, para movernos en bici o a pie, para compartir nuestro carro o moto y comenzar a vivir en la verdadera economía compartida”.
“Pienso que la Alcaldía de Federico Gutiérrez olvida este tema justo cuando pasa la crisis. Entonces, su medida de pico y placa ambiental siempre llega brusca, siempre le choca al ciudadano por A o por B, porque no hay una campaña continua que nos esté llamando a la reflexión por el aire. No hay unas acciones concretas y reales para mejorar el sistema de transporte público; no se cumplieron, por ejemplo, con los kilómetros de ciclorrutas prometidos en campaña, las que se hicieron tienen cortes difíciles y no son ideales para usarse”, dijo la ciudadana.
El plantón ‘Queremos respirar’
Para expresar su inconformidad y exigir respuestas, más de doscientas personas se reunieron el miércoles 20 de marzo en el Parque de los Deseos, para hacer visibles sus preocupaciones por la calidad del aire en el Valle de Aburrá y exigir la presentación del estudio Epidemiológico que adelanta la autoridad ambiental.
Juan Miguel Villegas, comunicador social y ciudadano, participó del plantón y considera que “la geografía no puede seguir siendo la explicación para una situación crítica de salud pública, que es lo que estamos viviendo”.
Además, dijo que “las medidas que se toman son de control y paliativas que no tienen efectos a largo plazo. Tenemos que cambiar de mentalidad y generar exigencias colectivas por la producción limpia de las industrias, por el transporte alternativo y el transporte público eficiente. Ahora en campaña necesitamos que este tema sea capitalizado políticamente, para poder hacer control político después”.
Por su parte Sebastián Grisales, activista, se refirió a la necesidad que existe de generar incentivos apropiados, “deben ser aquellos que estimulen a los ciudadanos a incrementar el uso del transporte público, eléctrico y alternativo. Además, que el sistema Metro requiere de mejoramiento, para que le permita tener una mejor capacidad de movilidad”.
Los organizadores del plantón consideran urgente la presentación del estudio Epidemiológico que realizó el Área Metropolitana, como autoridad ambiental, porque consideran “nos están ocultando los datos que revelan el impacto en la salud pública de la calidad del aire”.
PUBLIMETRO pudo establecer que el estudio Epidemiológico será presentado por parte del Área Metropolitana en las próximas semanas y será una herramienta de consulta permanente para la ciudad.
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La cifra
30 de marzo será la fecha en la que terminará el actual estado de Prevención por la contingencia ambiental.
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La frase
“El compromiso ciudadano va a generar una presión mayor en la institucionalidad para que acelere el mejoramiento del transporte público, la construcción de ciclorrutas, el sistema de bicicletas públicas y la conectividad entre los diferentes municipios”, Daniel Suárez, ambientalista y miembro de Ciudadanos por el aire.
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