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Habitantes de calle se han trasladado a los barrios tradicionales de Medellín

Vecinos del barrio Boston denuncian el aumento de los habitantes de calle y con ellos la suciedad y la inseguridad.

El barrio Boston se encuentra en la comuna 10, La Candelaria, en pleno centro de Medellín. Es uno de los barrios tradicionales y sus casas antiguas contrastan con las nuevas edificaciones. Sin embargo, la belleza de sus calles y la tranquilidad se ha visto afectada por el aumento de los habitantes de calle.

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La ubicación del barrio es estratégica, ya que está cerca de las vías arterias que atraviesan el centro como la Oriental, El Palo y Girardot. Además, de la facilidad que existe para que los ciudadanos puedan llegar caminando al Parque Berrío, a las estaciones del Metro de San Antonio y Prado.

Esa, tal vez, es la principal razón por la que los habitantes de calle se han ido moviendo hacia ese sector residencial. Las recientes intervenciones articuladas por la administración municipal y la Policía Metropolitana han provocado, de alguna manera, que esa reubicación sea en los barrios aledaños al centro de Medellín.

Mari Mercado, es residente y trabajadora de un pequeño restaurante en el sector, ha sido víctima de la inseguridad y de las reacciones violentas de los habitantes de calle que llegan a pedir comida o bebidas a la fuerza.

“Últimamente los habitantes de calle se han vuelto muy groseros. Antes se les guardaban los sobrados, pero las autoridades hace poco tiempo llegaron a decirnos que eso está prohibido. Entonces, cuando llegan y piden y uno no les da, son muy altaneros y nos dicen cualquier cantidad de vulgaridades”, dijo Mercado.

Las agresiones se han convertido en pan de cada día. Los habitantes de calle muchas veces llegan con cuchillos, amenazando a las empleadas y exigiendo que les den lo que piden, sean alimentos o bebidas, si no lo hacen son agredidas verbalmente y amenazadas con elementos cortopunzantes.

Los insultos son a diario y en los últimos meses se ha ido agudizando la situación. Según Mercado, todo se ha complicado desde que las autoridades les han exigido dejar de proporcionales plata, alimentos y bebidas. “Ellos no eran así, no eran agresivos, pero con ese cambio y como ahora son más, se volvió peor la situación”, dijo la afectada.

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Anteriormente, recuerda Mercado, los habitantes de calle eran los que ayudaban a sacar las basuras y a cambio les daban un par de monedas. En ese entonces era una relación tranquila, pero todo ha cambiado.

“La última vez entró una mujer, habitante de calle, nos insultó y nos sacó un cuchillo. Teníamos mucho miedo y llamamos a la Policía pero llegaron una hora después, cuando ya para qué”, agregó Mercado.

Los vecinos cada día se encuentran a más habitantes de calle durmiendo en las aceras, en las puertas de los locales comerciales o en las entradas de los edificios a plena luz del día. Pero lo peor es cuando se encuentran con heces fecales y vómitos en las puertas.

Miguel Antonio Muñoz, es portero de uno de los edificios del barrio y dijo que “hay mucho desaseo, hacen sus necesidades en la calle y la inseguridad está aumentando. Además, revuelcan la basura y eso es un problema”.

Muñoz dice que ahora son más frecuentes los hurtos, en los últimos días ha sido testigo de dos casos y que en el último año ha notado el aumento de la cantidad de menores de edad en situación de calle.

Para Luis Enrique Quintero, vecino del barrio desde hace 2 años, que habita sobre la calle Bolivia, la situación de los habitantes de calle no ha cambiado. “Desde que llegué a este sector son los mismos habitantes de calle, sí han aumentado los hurtos pero considero que son personas externas. Ellos ya nos conocen y hasta dicen cuidarnos, pero la suciedad sí es un problema”.

Quintero también ha sido testigo de las heces fecales en las aceras, pero cree que las personas por miedo no se atreven a decirles nada.

¿Qué dice la administración?

Luis Bernardo Vélez, secretario de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de Medellín, explicó que es importante diferenciar al habitante de calle del habitante en calle. El primero, es aquel que hace de la calle su lugar de habitación, ya sea de forma temporal o permanente. El Segundo, es el que hace de la calle su lugar de supervivencia, alternando la casa, la escuela y el trabajo, con la calle.

“Nosotros hacemos el mayor énfasis en el habitante de calle, nuestra misión es trabajar con esta población. En Medellín se calcula que puede haber cerca de 3500 habitantes de calle y actualmente tenemos 400 personas en el modelo de granjas productivas. Hay personas que han logrado avanzar en inclusión laboral y educativa. Pero hay una población que está en la ciudad y que se mantiene esclavizada en el consumo de psicoactivos”, dijo el secretario.

El secretario afirma que es posible que gran parte de esa población sea la que se ha estado ubicando en Boston, en Prado centro y en otros sectores de la ciudad. “Todos están motivados por la oferta de psicoactivos en algunos sectores como San Benito, Avenida De Greiff y en Prado centro”.

El funcionario es consciente que a pesar de los operativos y lo esfuerzos articulados con la Secretaría de Seguridad, la Policía y la Fiscalía este tema es sensible y muy complejo de manejar.

“El problema es complicado tanto con el habitante de calle como con el habitante en calle porque está motivado, en particular, por el consumo y la oferta de psicoactivos, que esclavizan y que mantienen a estas personas en la adherencia al consumo”, indicó Vélez.

No a la limosna

El secretario explicó que se está trabajando desde el mes de noviembre de 2017 en la campaña ‘No a la limosna’, con la que se pretende desestimular la limosna que se da por parte de la ciudadanía.

“Se invita a los ciudadanos a no dar limosna a los habitantes de calle, porque lo que se hace es mantenerlos en esa situación, no ayuda a sacarlos del problema de drogadicción o físico y lo que permite es fortalecer la oferta de psicoactivos, porque esa moneda que le dan los ciudadanos va a engrosar las arcas del narcotráfico y del microtráfico de la ciudad”, dijo el funcionario.

El problema de la adicción a las drogas de los habitantes de calle es ya un problema de salud pública, dijo el secretario, porque “es gente enferma, que está consumida, que está amarrada y es esclava de los psicoactivos” y además invitó a los ciudadanos a no darles nada, ni comida, ni ropa, ni plata.

Respecto a los problemas de seguridad y agresiones verbales o físicas, dijo que los ciudadanos deben acudir a la policía de manera inmediata para hacer las denuncias correspondientes.

Los programas de atención

La Secretaría de Inclusión ha desarrollado programas para la atención e inclusión social de los habitantes de calle, entre ellos se destacan los centros de atención básica y las granjas agropecuarias comunitarias.

“Con estos programas hemos logrado avances muy importantes, por ejemplo, las granjas están en producción, inclusive, las verduras ya se están vendiendo a cadenas de supermercados. Además, ya hay personas que han salido de las calles y que han tenido una respuesta positiva a las diferentes ofertas para su proceso de deshabituación de las drogas”,  agregó Vélez.

En este 2018 se tiene planeado crear casas de acogida en los barrios, específicamente para atender a los menores que tengan un alto riesgo de llegar a la calle.

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Las cifras

Entre el 2016 y el 2017 se atendió el ingreso de 8424 habitantes de calle en los Centros Día 1 y 2.

290 personas superaron su situación de calle y de ellos 95 se ubicaron laboralmente.

35 personas se reencontraron con sus familias.

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