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Las Margaritas: El restaurante que quiere ser inmortal

Este emblemático lugar, ubicado en la localidad de Chapinero, está por cumplir 115 años y por él han desfilado periodistas, políticos y escritores.

“Yo sé que habrá Las Margaritas por mucho tiempo y quiero que este restaurante sea inmortal, Julio Ríos, propietario. 

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Los sabores imperdibles:

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Los platos que no puede dejar de probar:

– Empanada

– Ajiaco santafereño

– Cuchuco con espinazo

– Lengua en salsa

Cuando usted muerde una empanada de Las Margaritas no está simplemente probando un plato típico colombiano sino más de 100 años de tradición. Está mordiendo, en pocas palabras, la misma receta que probablemente probó su tatarabuela en el mismo lugar.

Estas empanadas, como lo dice su dueño Julio Ríos, han recorrido todo el mundo. “La gente viene hasta Las Margaritas para llevarles a sus familiares empanadas a cualquier parte del mundo, así que puedo decir que nuestras empanadas han sido probadas en cualquier rincón del planeta”.

El restaurante, en su decoración, parece haber sido sacado de una película que recreaba la vida de Jorge Eliecer Gaitán, o de Cóndores no Entierran todos los días pues es un rincón que retrata la verdadera esencia bogotana.

Hace 115 años, dos mujeres, Margarita y su hija, decidieron emprender un nuevo camino en los negocios y vender sus empanadas, ya famosas en el centro de la ciudad, en el sector de Chapinero y fue tal la acogida que empezaron a preparar otra comida típica bogotana como el ajiaco. Ahora,  Las Margaritas tiene el título del primer restaurante de la capital colombiana.

La tradición oral

Don Julio dice que desde que nació lo primero que le dieron a probar fueron las empanadas, para que nunca olvidara el sabor del plato de la familia. “Cuando fui creciendo, no existía ni Power Point ni Word, entonces no podíamos conservar esas recetas sino era con tradición oral” recordó Ríos y añadió que: “Luego, probando cada uno de los ingredientes y dando con el punto exacto se fueron documentando las recetas para que sigan teniendo el mismo sabor”.

Aunque se hizo ingeniero industrial y trabajó un buen tiempo en los pozos petroleros, el destino lo hizo regresar a su casa y al restaurante donde se adueñó de la cocina del restaurante y recordó aquellos sabores de la infancia para darse cuenta que lo suyo era la cocina.

El restaurante, enterrado en el corazón de Chapinero, en la calle 62 con séptima, ha recibido múltiples premios y se precia de ser el lugar donde se hacen las   mejores empanadas de Colombia. “Yo al principio pensé que era una broma o que simplemente nos querían referenciar, pero saber que somos los mejores es un orgullo que me agranda el corazón”, aseguró Ríos.

Lo mejor siempre viene en estuche pequeño

¿Le interesa ampliar el restaurante y abrir otras sucursales? Don Julio lo piensa pero dice que esto lo podría llevar a un sanatorio. “Los mejores restaurantes no tienen sucursales y además, replicar los mismos sabores no es tan sencillo, esto es tradición que más restaurantes podría destruir”.

Es por esto que la   gran preocupación de Don Julio es la continuidad del restaurante. “Mi hijo decidió estudiar medicina y está en Alemania haciendo una especialización, pero le vamos a dar tiempo al tiempo y con paciencia sé que llegaremos a convencerlo para que continúe con la tradición familiar”, dice.

Si bien no espera abrir otras sucursales, si quiere ampliar los 600 metros cuadrados que tiene el restaurante. “Queremos hacer muchos cambios, abrir más espacio para que sigan viniendo nuestro clientes a disfrutar de las mejores empanadas”, asegura Don Julio.

Las familias siguen la tradición

“Una vez llegó una familia con un bebé de seis meses y me dijeron que el niño era el tataranieto de un cliente del restaurante y ahora que a iba a dejar de tomar leche materna, lo trajimos para que pruebe la empanda y continuar con la tradición de la familia”, narra Don Julio mientras se le aguan los ojos.

Más allá de ser un negocio familiar, de tener premios y jactarse de ser el mejor lugar para comer empanadas en la ciudad, el dueño del restaurante las Margaritas duerme tranquilo porque sabe que sus platos llenan el corazón y unen las familias bogotanas.

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